Compartiendo a su hija. Continuación
Fecha: 07/04/2025,
Categorías:
Incesto
Intercambios
Sexo con Maduras
Autor: Veronicca, Fuente: SexoSinTabues30
Después de lo que os conté, que me había relatado mi marido sobre lo que le sucedió en su viaje de trabajo, cumpliendo ese sueño que creía irrealizable, todo cambió en nuestras vidas, en él personalmente y en nuestro matrimonio.
Como había tenido esa experiencia, él tenía la ilusoria esperanza de que eso podría volver a repetirse en otro momento, que esas crías que veíamos por la calle y que tanto le atraían, en realidad eran unas putas a las que fácilmente podría follarse, pero yo tenía que enfriar sus fantasías por miedo a que pudiera meterse en algún problema, ya que la estancia en ese lugar, del que había vuelto eufórico, le había hecho perder un poco la noción de la realidad, y tuve que hacerle ver que en realidad lo que había sucedido fue solo una circunstancia afortunada para él que difícilmente podría repetirse.
Efectivamente, con el paso del tiempo fue perdiendo sus expectativas y volvía a ser ese hombre prudente y poco atrevido, que no veía nuevas oportunidades para que se volviera a propiciar en su vida otra experiencia como esa, hasta que sucedió algo que volvió a alterar nuestra tranquila vida matrimonial.
Mi hermana me llamó para decirme que su hija Lourdes le estaba dando problemas en su adolescencia y para pedirme si podría pasar unos días con nosotros para que pudiera ir a la playa, y así alejarla del ambiente que tenía en su pueblo.
Yo le dije que no había ningún problema y que estábamos encantados de que mi sobrina pasara una temporada en ...
... nuestra casa.
Hacía unos años que no veíamos a Lourdes y cuando fuimos a recibirla, su imagen era muy distinta de la traviesa niña que conocíamos nosotros. Me di cuenta de que mi marido se quedó impresionado al verla con esa minifalda blanca que hacía resaltar unas preciosas piernas y la camiseta ajustada en la que se marcaban sus incipientes pechos.
Se había convertido en una preciosa adolescente rubia, de piel blanca con esos toques sonrosados típicos de la adolescencia, que volvió a resucitar las fantasías lúbricas de mi marido y más con todo lo que fue sucediendo después.
Cuando llegó a casa, ya desde el primer momento, nos sorprendió su forma de hablar desinhibida y descarada, como las niñas de su edad de ahora, jugando a ser mujeres sin haber abandonado todavía la niñez, por lo que yo le pregunté por esos problemas que tenía con su madre:
—Mi madre es una antigua, tía.
—¿Por qué dices eso?
—No me deja vestir como yo quiero, ni andar con chicos, ni salir casi. No me deja en paz.
—Jaja —se río mi marido, diciéndole—, por algo será. Me parece que tú tienes mucho peligro. Debes de tener a todos los chicos detrás de ti.
—A esta edad tengo que disfrutar, tío. Como todas las demás….
—Ya, ya, disfrutar…, tu madre me dijo que te pilló en casa con un chico ¿es tu novio? —le pregunté yo.
—No, es un amigo solo. Teníamos ganas de follar y subimos a casa, pero mi madre nos pilló morreándonos y nos cortó el rollo.
—Pero bueno, si eres una niña todavía. Ya ...