El concesionario familiar. (5)
Fecha: 14/04/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: GUILLEOSC, Fuente: TodoRelatos
... abría los ojos como desesperada.
La primera escupida fue en su garganta, luego me retiré algo para que pudiera tomar aire y las otras dos las recibió en toda la boca. La cara deDiana era un ruego y me moví para enterrársela en la boca abierta, apenas si tuvo una arcada y con la cabeza apoyada en el respaldo recibió toda la carne gimiendo de placer. Se prendió como un ternero y me secó, luego me la limpió hasta dejarla brillante y tuve que aguantarme para no girarla, moverla como si fuera un trapo y cogerla sacando a flote todas las ganas reprimidas pues sus labios en el tronco eran deliciosos y no me permitían aflojar.“Estuvo muy bien, pero hay que ir a la casa a limpiar todos los restos de insectos y otros que pueden haber quedado”, -les dije a las dos y para eso, me levanté primero poniéndome el short-. ADiana le llevó un poco más de tiempo porque no se movía con agilidad y luego de lavarnos nos fuimos caminando hasta la casa vecina llevando escobillones y plumeros en las manos. A las dos se las notaba contentas, pero eso duró hasta que comenzamos a limpiar.
Luego de abrir todas las puertas y ventanas, creo que hasta elefantes muertos sacamos de esa casa, todo se lo llevo el río y quedó bastante decente como para dar una buena imagen ante los posibles compradores.Gloria había llevado su mochila y otro bolso mío con unos emparedados y las cosas del mate, nos vino muy bien cuando hicimos un alto y comimos debajo de la sombra de una casuarina enorme cercana a la orilla. ...
... Faltaba poco para las tres de la tarde y era la hora en que arribaría la lancha del empleado de la inmobiliaria con los compradores. Fueron puntuales y sabiendo que, resultara o no la venta,Gloria se iría con ellos, nos despedimos con agradecimiento de su parte, promesas y dándonos los respectivos números de teléfonos.“No te enojes, pero yo me voy a dormir la siesta”, -le dije aDiana cuando llegábamos a la casa y me contestó que ella tomaría un rato de sol-.
Estaba comenzando a anochecer cuando me levanté de dormir esa larga siesta, me encontraba descansado y con todas las energías cuando me fui para la cocina escuchando queDiana estaba haciendo algo allí. Ya se movía mucho mejor y me sorprendí al verla, no porque estaba haciendo una salsa para agregarle luego a los fideos que comeríamos, sino porque, salvo por las zapatillas, estaba completamente desnuda.“¿Te gusta?, digo, la salsa que estoy preparando”, -preguntó mirándome con una sonrisa que denotaba toda la picardía-. No le contesté, sólo me acerqué a oler la olla desde detrás de ella mientras me aflojaba el botón y me bajaba el cierre de la bermuda haciendo que cayera a mis pies, pisé la prenda para dejarla en el suelo y aspiré el aroma de la salsa a la par que apoyaba mi verga erecta entre sus nalgas. Su estremecimiento fue muy notorio y no pudo evitar contraerse toda.
No me quedaba más remedio, la erección se había diluido y no quise ni besarla ni acariciarla, usando esa estrategia ella misma se cocinaría en su ...