1. El concesionario familiar. (5)


    Fecha: 14/04/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: GUILLEOSC, Fuente: TodoRelatos

    ... propia calentura. Yo especulaba con eso y sabía que, llegado el caso, su entrega sería sin ningún tipo de reticencias, me hacía a la idea que sólo se salvaría el ombligo y las orejas. La ayudé con la preparación de la cena y en el interín de colar los fideos me ocupé de poner la mesa. Estaba riquísimo y la felicité por la comida.Diana habló poco, estaba“peleando” con sus propios“fantasmas” y luego del café la dejé sola con“ellos”, me fui para el muelle y encarné todas las cañas y volví a tirar los anzuelos, seguía desnudo y ni siquiera fue necesario usar el repelente, ya había pasado la“hora de los mosquitos” y la brisa que corría alejaba a cualquier bicho que quisiera revolotear cerca de la luz.
    
    Habría pasado un poco más de media hora y con las luces apagadas disfrutaba de la quietud del río y del delicioso silencio de la noche cuando escuché queDiana caminaba por la pasarela que llevaba al muelle.“Estoy viendo tu silueta, quedate quieto, no hagas nada”, -me dijo al acercarse-. Cruzaba los dedos esperando que se hubiera decidido y cuando se arrodilló frente a la reposera en que estaba sentado, abrí mis piernas y mi verga respondió como si fuera un Guardia Real inglés o, para hacerlo más autóctono como un Granadero apostado en la Casa Rosada. Apoyó las manos en mis muslos y con la boca buscó la punta del ariete, indudablemente, sabía bien lo que hacía y la mamada fue tremenda, sin besitos, ni lamidas, pero con algunas arcadas, era evidente que no estaba acostumbrada al ...
    ... tamaño que tenía en la boca.
    
    No pudo llegar a tocar mi pelvis con su nariz, pero eso no importaba, sus subidas y bajadas me estaban llevando a un“sin retorno” y tuve que morderme la mano para no llenarle la boca de leche.“Es enorme hermano, una cosa es verla y otra sentirla”, -acotó al sacársela un instante de la boca-, luego volvió a los sonidos guturales y al sube y baja bucal. Ya me había aguantado y así no me haría terminar, tampoco quería hablar para no romper la magia del momento, lo único que se me ocurrió fue tomarla de las axilas y tratar de levantarla, esperaba que hiciera lo que quería y no me defraudó. Con las rodillas al costado de mis muslos, se sentó sobre la verga y luego acomodó con su mano el glande en su orificio rebosante de lubricación para comenzar a penetrarse despacio.
    
    Al levantarse las tetas con las manos aflojó el cuerpo y se sentó totalmente en mis muslos, apenas si el glande tocaba su útero y, aunque el gemido de gozo se confundió con el quejido de dolor, pronto se desató y mientras me deleitaba con sus pezones endurecidos comenzó a moverse, a veces saltando y a veces haciendo una especie de perreo con sus nalgas duras, me estaba dando y se estaba dando una cogida monumental. Sus músculos interiores me apretaban y los orgasmos comenzaron a llegar cuando apreté suavemente su clítoris con mis dedos.
    
    Casi que me lo exigió y me moví para darle gusto, los orgasmos fueron coincidentes y no me quise contener para gemir como nunca ante la descarga en ...
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