La viuda y el muchacho
Fecha: 04/05/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos
... gracias a su madrastra, podía aprender muchas cosas sobre el género femenino y saciar su creciente curiosidad.
Se hacía necesario que hablara con él, así que un día que los chicos salían al recreo le cogí por banda y me lo llevé a un rincón.
— Moisés, tu madre me ha comentado que le levantas la voz y no la tratas con respeto. Ella trabaja mucho, y está cuidando de ti. Explícame, si aquí te comportas como es debido, ¿qué te ocurre en casa? —inquirí— ¿Por qué no aprecias a tu madre como merece? Vamos, di.
— ¿A ella?
— Sí, a esa que te hace de comer todos los días.
— Yo me porto bien —afirmó colérico.
Le solté una retahíla de desagravios, a lo que él me respondió con una sonrisa maliciosa, pero al final soltó lo que estaba pensando y me dejó de piedra.
— A usted lo que le revienta es que yo viva con Maricruz, pero que sepa usted que ella es mía, entiende. ¡Mía! —gritó dejando escapar su furia contenida.
Nos quedamos callados, estudiándonos mutuamente sin pestañear. Súbitamente, el ambiente estaba espeso y enrarecido. La tensión entre ambos era palpable, pero al final rompí aquel dramático silencio con contundencia.
— La otra tarde ya viste lo tuya que es... —sentencié— Con que, dile a tu madre que hoy me pasaré por allí para darle un libro de ortografía y mostrarle unas webs de inglés. Y dile también que le pondré un examen oral, ¿has entendido?. Un examen oral —remarqué esbozando una sonrisa.
Moisés, rojo de ira, bufaba apretando los dientes.
— ...
... ¡Sois un par de guarros y lo va a saber todo el pueblo! —clamó con despecho.
Aquello no nos interesaba ni a mí, ni a Maricruz, ni al propio Moisés, de modo que me tuve que calmar y adoptar un tono más conciliador.
— Mira, chaval —comenté de modo amable— Yo voy a estar aquí hasta final de curso, pero luego me voy. ¿Entiendes? Si quieres, si te portas de una vez como un hombre, puedo ayudarte a conseguir que Maricruz sea tuya de verdad, y no como madre.
Moisés me miraba con pasmo, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar.
— ¿Cómo? —preguntó al fin.
— ¡Cómo va a ser! —rezongué— ¡Follándotela!
El chico se quedó petrificado, suspicaz, sorprendido de que le hablara así de claro.
— No te hagas el tonto. Los dos sabemos que tu madrastra tiene ciertas necesidades. Y es una mujer muy atractiva. Si no la satisfaces tú, tarde o temprano lo hará otro —apunté mirando a Moisés de forma significativa, por lo que bajó la mirada— La has espiado más de una vez, ¿verdad?
El chico asintió con la cabeza, reconociendo lo que yo ya sabía.
— Y también has husmeado en el cajón de sus bragas, ¿a qué sí?
Moisés volvió a asentir. De hecho, su madre aseguraba haber encontrado engurruñadas varias de sus braguitas, pringadas de semen reseco.
— Pues lo que tu madre necesita no es un niñato que la haga sufrir, sino un muchacho que le recuerde todos los días lo maravillosa que es, lo guapa que está... y lo bien que la chupa.
El chico movía afirmativamente la cabeza sin ...