La viuda y el muchacho
Fecha: 04/05/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos
... hacer de su madre, me giré noventa grados. A partir de ese momento, Moisés pudo ver como me turbaba que Maricruz, inmóvil, mamase con fuerza mi pollón comprimiéndolo entre sus candorosas mejillas. También la escuchó reírse al tener que sorber indecorosamente su propia saliva, jugando, lamiendo con lascivia a lo largo de mis dieciocho centímetros de caramelo.
— ¡¡¡Joder, Maricruz!!! ¡Estar casado es cojonudo!!! —bramé al notar hervir mi leche.
— ¡Esa boca! —me reprendió bajando la voz— El chico puede oírte.
“Manda huevos… La boca, dice.”, pensé viendo como la muy glotona engullía la mitad de mi miembro, y porque no le cogía más, que si no más habría tragado. Decidí entonces mover ficha e ir preparando el terreno.
— El próximo jueves, cuando vayas a mi casa a limpiar, puede que haya allí un amigo —informé a Maricruz sin estar nada seguro de que la tragaldabas me estuviera escuchando— Él es bastante tímido, sabes. De manera que tendrás que limpiar con los ojos vendados, ¿qué te parece? —sonreí— Será divertido, verdad, como en el juego de la gallinita ciega.
La madre de Moisés había logrado que mi erección no le cogiese en la boca, pero ella chupaba y chupaba con mucho empeño y saliva. Por el furor con que empezó a estrujarse los pezones, me quedó claro que la idea del pluriempleo la turbaba, de modo que le pregunté si alguna vez había trabajado para dos hombres a la vez y, dado que tenía la boca llena, Maricruz negó con la cabeza.
El chico, apostado tras la ...
... puerta, no perdía detalle de la glotonería de su madre de acogida. La perspectiva de acostarse con dos hombres al mismo tiempo, puso a Maricruz cachondísima. Le advertí que mi amigo era muy joven e impetuoso, de manera que tendría bastante trabajo. Descarté explicárselo todo, pero evidentemente me refería a su chico.
Acto seguido, sugerí hacer un 69 que la señora de la casa aceptó sin pensárselo, llena de curiosidad, despojándose en un santiamén de leggins y bragas y tendiéndose en el sofá cuan bajita era. Me dispuse pues a deshojar su flor, chupar con deleite sus pétalos de mar y ver crecer la marea.
Eché el ancla en el acogedor orificio de la cuarentona, que jadeó de puro éxtasis. Gracias a mi lengua, el sexo de Maricruz proporcionó lubricación de sobra para ambas rendijas, la alargada y la redondita. Al tiempo que lamía el almíbar en su sexo, mi dedo entraba y salía indistintamente de sendas aberturas con gran alboroto por su parte.
— Ese agujero está cerrado —refunfuñó la viuda .
— Entornado —repliqué, recordándole ipso facto que mi polla debía estar dentro de su boca, y no fuera.
— ¡Ummm! —rezongó, haciéndome sentir la vibración de sus cuerdas vocales en el glande.
Sonreí y la ensalivé meticulosamente y el más largo de mis dedos se adentró en su agujero negro sin dificultad, como absorbido por aquél. Con todo, estoy convencido de que la buena cristiana habría protestado de no haber estado yo follando la boca. Haciendo oídos sordos a su aprensión anal y sus ...