Los problemas de Ana (VI) Buscando una salida - Relatos Eróticos

Los problemas de Ana (VI) Buscando una salida

... despojé de la blusa quedando mis pechos al aire hecho que Valeria aprovechó para agarrarlos con ambas manos. Suavemente la empujé un poco para dejarla de espaldas al suelo y me arrodillé entre sus piernas. Es verdad que había tenido tres brutales orgasmos pero seguía encendida y con ganas de mucho más así que con mis manos arranqué el pequeño tanga negro que llevaba Valeria y que cubría mínimamente sus deliciosos encantos. No iba totalmente depilada. Se había dejado una fina línea de vello que me pareció sumamente excitante. Sus labios entreabiertos se veían brillantes lo que mostraba que también estaba muy excitada.

Sin pensar en nada más me lancé a degustar ese delicioso manjar, chupando, lamiendo y mordisqueando todos los rincones de su sexo. Aunque yo no tenía experiencia alguna, no tardé mucho tiempo en hacer que su cuerpo se tensara y tuviera el primer orgasmo. Ahora que estaba muy lubricada le introduje un par de dedos en la vagina buscando su punto G. Creo que lo encontré porque al poco tiempo un grito de placer salió de su garganta y un chorro de líquido inundó todo mi antebrazo.

- Uf, Ana, ha sido fantástico

Ahora se me vino a la mente lo que había hecho. No sentí ningún remordimiento, solo extrañeza al comprobar mi propia reacción. Era la primera vez que, voluntariamente, lo había hecho con una chica. Ahora, lo que si me preocupaba es que este nuevo desliz tendría como consecuencia, como mínimo, un nuevo castigo este próximo sábado. Así se lo conté a ...

... Valeria.

- Lo siento Ana, esta parte no me la habías explicado. Yo no quiero que te pase nada malo. Si pudiera, recibiría ese castigo por ti. Te quiero desde que te conocí en la Universidad.

- No te preocupes Vale. No es culpa tuya. Por eso te he dicho que tenemos que encontrar una solución. Por cierto, ha sido fantástico pero ya sabes que yo no soy…..

- No te preocupes Ana, y lo siento pero es que no lo he podido resistir

Un poco apesadumbradas nos vestimos y decidimos despedirnos con la promesa que nos llamaríamos el viernes por la noche por si habíamos encontrado alguna solución a esta situación desesperada.

Para intentar evitar empeorar ya mi oscuro destino me había vuelto a colocar el vibrador así que el miércoles me despertó de nuevo una brutal vibración que hizo que, materialmente, diera un salto en la cama.

Los días seguían más o menos de la misma forma. Por la mañana me despertaba con la dichosa vibración y durante el día, varios nuevos episodios me mantenían permanente cachonda. Yo intentaba concentrarme en otras cosas y aprovechaba para pensar alguna posible salida. Se me ocurrió coger el avión e irme al extranjero para siempre pero no soportaría que mi familia recibiera ese dossier de mi. No podría mirarles nunca más a la cara. Se me ocurrió que quizá podría comprar de alguna forma mi libertad. Esta idea la descarté de inmediato. No podría reunir una cantidad suficiente de dinero que les pudiera interesar. El material que tenían sobre mi seguro que ...