Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... danzando en la cuerda floja de la provocación mutua.

Mis sentimientos más íntimos se veían desafiados por la mirada sumisa y excitada de mi marido. Julián resultaba atractivo, la fidelidad hacia Ramón pasó a ser totalmente negociable. Permitiría que la chispa de atracción comprometiera la solidez de mi matrimonio, estaba decidida. La tensión emocional me recordaba que las fronteras entre la realidad y la fantasía eran frágiles. La danza de emociones se intensificaba, y en mi coño, surgía la pregunta de cómo manejaría cada uno este delicado equilibrio de deseos y lealtades. Era como si una corriente eléctrica sutil pero intensa vibrara en mi interior, provocando una mezcla de excitación y incertidumbre. Cada mirada compartida, cada gesto de complicidad, añadía una capa adicional a la complejidad de la velada.

Mis emociones, como mariposas inquietas, revoloteaban en mi estómago. La dualidad entre la atracción que despertaba Julián y mi compromiso inquebrantable con Ramón se reflejaba en ese hormigueo persistente. En un instante, me encontraba en el filo entre la realidad y la posibilidad, entre la fidelidad y la tentación.

A pesar de la firmeza de mis principios, el juego propuesto se convertía en un terreno movedizo de emociones que desafiaban las fronteras preestablecidas. El hormigueo en mi vientre actuaba como un recordatorio constante de la complejidad de las relaciones humanas, donde las líneas entre lo permitido y lo prohibido se desdibujaban en una danza ...

... emocional. Cada palpitar de ese hormigueo resonaba en la atmósfera cargada, añadiendo un matiz vibrante y desafiante a la experiencia compartida.

— Sofía, encanto, siempre es un placer tenerte tan cerca —dijo Julián, su tono destilaba doble sentido, cubierto por un toque de perrería.

— La verdadera suerte es mía, Julián. ¿Cómo han estado estos dos chicos mientras yo me arreglaba arriba?¿Se puede saber de que han hablado mis hombres? —respondí con una mirada intensa que dejaba entrever lo zorra que podía llegar a ser.

— Hemos estado charlando las maravillas de tener a una fisioterapeuta aficionada en casa como tú, Sofía —comentó Ramón, con una risa juguetona y nerviosa, como pidiendo perdón por haber hablado.

Julián, con un gesto de complicidad, continuó la conversación: "Ramón me ha estado contando sobre esos masajes tuyos, Sofía. Dice que son una experiencia celestial, ¿es así?".

Mis ojos se encontraron con los suyos mientras respondía: "Bueno, Julián, cada músculo (dije mirando hacia su polla dura bajo el pantalón) tiene su propia historia, y yo solo trato de leer entre líneas las necesidades, encontrar la solución a ciertas tensiones". La risa se deslizó en mis palabras, pero la tensión juguetona se mantenía, cargando cada frase con una promesa apenas susurrada.

El diálogo continuó como una danza de palabras que se movían entre la formalidad y la provocación, hablando de sexo pero sin nombrarlo. Los dobles sentidos se entrelazaban con las risas, y la habitación ...