Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... complejidad de sensaciones. La polla palpitante, el gesto de Ramón y la autoridad de Julián convergían en un momento que iba más allá de la sumisión física. Era una exploración de deseos, una conexión íntima que desafiaba las convenciones y revelaba capas inexploradas de nuestra relación tripartita. En este espacio de contradicciones, mi posición en el suelo se volvía un símbolo de entrega y, al mismo tiempo, de empoderamiento ante la complejidad de los deseos.

“Acaricia la verga de tu cornudo sobre el pantalón. Zorra” Ordenó Julián. Miré a mi marido. Su polla era conocida para mí, incluso oculta bajo el vaquero.

Arrodillada en el suelo, nuestras miradas se convertían en un lenguaje silencioso que hablaba por sí mismo. En un intercambio visual profundo con Ramón, la tensión se manifestaba en nuestros ojos. En ese instante, sin necesidad de palabras, mi mano se deslizó suavemente para recorrer el bulto de su pantalón, un gesto que aceptaba obediente en su condición de sumiso. En el cruce de miradas entre mi esposo y yo, se tejía una narrativa única, expresando deseos compartidos, deseos de verme por fin poseída por otro hombre.

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Bajo la inesperada posición del pene de Julián, a milímetros de mi coño mojado, nuestro escenario doméstico se transformó en un teatro carnal de órdenes eróticas por parte del nuevo amo y complacencias por parte de mi marido y de mí. Julián, restregó la ...

... cabeza de su verga a lo largo de mi raja empapada, emitía gemidos que brotaban de un doble placer, ver mi culo en pompa, con el coño abierto y su pene transitando babas de mi esposo y flujos míos y disfrutar ordenándome como tocar a Ramón, como lamerle, como desnudarle, lo que hacer exactamente, como esclava obediente. Su seguridad me deslumbraba. En ese juego de actores y director, las líneas entre la realidad y la fantasía se volvían borrosas. Me parecía estar en uno de mis sueños al mirar a los ojos de mi esposo, ya con el pene fuera, duro como jamás lo había visto.

Las órdenes de Julián fluían con una autoridad natural. "Ramón, acércale la verga a tu esposa Sofía y dile lo puta que es, dejándose follar por tu jefe", sugería con una sonrisa que destilaba complicidad. Mi esposo, manejado por la voluntad de Julián, obedecía con una docilidad que añadía un matiz de excitación al ambiente. Y yo metía la verga de mi marido en mi boca y la lamía mientras mi coño se deshacía al sentir por vez primera la verga de un extraño empezar a dilatarme, a penetrarme lentamente, mientras mi marido me decía: “Sofía, jamás soñé que fueras tan guarra, tan puta, que disfrutases de esta manera poniéndome los cuernos. ¡Cómeme la polla mientras te folla Julián, mira como me tienes!

En medio de esa representación fiel de deseo y obediencia, los diálogos jugosos se deslizaban con doble sentido. "Sofía, ¿cómo te sientes al ser el centro de la admiración de tu esposo con otra verga que no es la ...