Un aprobado a cambio de mi virginidad - Relatos Eróticos

Un aprobado a cambio de mi virginidad

... cruel de todos ellos fue mi hermana.

– Tendría que darte vergüenza permitir que tiren ese dinero.

– Ya me pedirás que te lleve a todas partes con mi coche.

– Pongamos que consigue sacarte el carnet…

– Es que lo voy a conseguir.

– ¿Y de dónde piensas sacar el coche?

– Me lo tendrán que comprar.

– No te entra en la cabeza que no tienen dinero, ¿verdad?

– Sí que tienen, pero es que son unos exagerados.

– Qué desubicada estás, Teresa.

– Pues anda que tú…

– Menos mal que, con suerte, acertarás una o dos preguntas.

Ella pensaba que con eso me ofendía, pero sus palabras eran la gasolina que necesitaba para poner en marcha mi motor. Durante las siguientes semanas procuré comportarme algo mejor para no provocar a mi padre y que se acabara echando atrás. Incluso en el colegio fingía estar atenta, aunque en realidad me pasaba todo el rato repasando mentalmente lo que les diría cuando se supiera que había aprobado.

Me bastó un cuarto de hora clase para darme cuenta de que eso tampoco iba a ser lo mío. Todo lo que se explicaba me sonaba muy complicado, no veía la más mínima opción de que me fuese a entrar en la cabeza. Esperaba que fuese solo la primera toma de contacto, pero a lo largo de las semanas no mejoró en absoluto. Me pasaba el día haciendo tests online y, como predijo Esperanza, aceptaba como mucho un par de preguntas.

Ni siquiera se me pasaba por la cabeza la opción de rendirme y reconocer que no lo podía lograr, que mi cerebro no ...

... daba para la más mínima exigencia. Seguí asistiendo a todas las clases, esperando que se obrara algún tipo de milagro en el último momento. Era la primera vez que me preocupaba por un suspenso, aunque me dolía más pensar que me iban a decir que ya sabían que iba a ocurrir justo eso.

Asistí al examen teórico igual que un corderito va al matadero. En casa dije que estaba todo controlado, que no había ninguna posibilidad de que suspendiera, intentando aplazar lo máximo posible momento humillante. Esperanza se burló de mí, pero mis padres me dieron ánimo y me dijeron que me lo había tomado en serio y confiaban en que aprobara. Que me lo estuvieran diciendo de verdad me dolió más que si hubiesen fingido.

Me repetía a mí misma que tenía que aprobar a cualquier precio, pero a esas alturas solo existía una posibilidad de salir airosa. La única opción era que en algún momento consiguiera copiar, aunque desconocía hasta qué punto iba a estar vigilada durante el examen. Enseguida me di cuenta de que mis acciones eran escasas, aunque sí que vi una grieta por la que colarme.

En una sala llena de hombres iba a ser difícil no encontrar a uno que estuviera dispuesto a ayudarme solo con provocarlo un poco. Me bastaron un par de miradas y un guiño para que cayera rendido a mis pies el que se sentaba detrás de mí y tenía más pinta de pardillo. Procurando no ser descubierta, le hice un par de gestos para que comprendiera lo que buscaba de él. A partir de ese momento comenzó a susurrarme ...