1. Confesiones (4): Puta


    Fecha: 15/05/2025, Categorías: Confesiones Autor: Kurosko, Fuente: CuentoRelatos

    ¿En qué momento lo decidí? ¿Fue acaso cuando pude pagar la inscripción y el primer año de la carrera de mi hijo? ¿Fue cuando terminé de pagar mis deudas? ¿Fue cuando pudimos mudarnos de esa inmunda vecindad? ¿Fue cuando renuncié a mi otro trabajo? ¿Cuándo fui consiguiendo mejores clientes? ¿O quizás cuando vi todo el dinero que había conseguido en menos de 30 minutos?
    
    ¿Fue porque necesitaba el dinero? ¿O fue por los rumores falsos de que era una trepadora y sólo quería demostrarles a esas viejas chismosas lo lejos que sería capaz de llegar si de verdad hiciera la mitad de lo que decían de mí?
    
    Yo trabajaba en ventas, era buena en lo que hacía y el bono que me ganaba era gracias a mi labor de vendedora. Pero las viejas chismosas de la oficina se la pasaban creyendo que era por andar de trepadora con nuestro gerente. Él era un viejo, flaco, canoso y estaba quedándose calvo, pero eso no le impedía andar de rabo verde con todas las niñas que entraban de recepcionistas y terminaban renunciando por su acoso. Y claro, cuando se le iba la carne fresca, volteaba a verme. Ahora me cuido más, pero en ese entonces tenía rollitos en la barriga, los muslos se me desbordaban de la falda y pues bueno, ¿qué te puedo decir? Mis tetas ya eran grandes desde antes de dar a luz.
    
    Pobres viejas ilusas, ya ni se molestaban en ser discretas con sus comentarios, nunca les di el gusto de rebatirles nada, yo sólo pasaba y les sonreía cuando nos topábamos en los pasillos o juntas. Como dije, si ...
    ... me ganaba bonos de ventas, era porque era competente. Y si no les rebatía nada sobre andar cogiéndome a nuestro jefe era porque lo hacía con el que le sigue.
    
    El jefe regional nos visitaba en la oficina cada trimestre, era alguien más joven que el decrépito aquél. Era amable, con clase y muy detallista con todos en la plantilla. El anciano dijo que yo actuara como su asistente durante su visita y lejos de tenerme como su secretaria, estuvimos platicando de la situación general de la empresa hasta ya altas horas de la noche. Se ofreció a llevarme a casa y como no era feo ni nada, acepté (cosa que ni loca hubiera aceptado del pasita aquél).
    
    Me dejó afuera del edificio, vivíamos en una especie de vecindad, en un cuarto donde la cocina y el baño eran de uso compartido. Ni me di cuenta del shock que fue para ese hombre verme entrar a ese lugar, en un barrio todo sucio y feo. De hecho, me acuerdo que hasta le dije que se fuera por una ruta distinta a la que le marcaba el GPS para que no pasara por una calle peligrosa. Pero aquello era parte de mi día a día, ya me habían asaltado antes y por desgracia, estábamos acostumbrados a ese estilo de vida.
    
    Al día siguiente, fue preguntándome por mi sueldo y lo que acostumbraba a ganar, del precio de las rentas en la ciudad y, discretamente, dándome a entender que era mejor salirme de ese lugar. ¡Que si lo sabía yo! Tenía más de una deuda sobre mí y el dinero se iba entre avanzarle a esas cuentas, la renta, la comida y la escuela de mi ...
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