1. Confesiones (4): Puta


    Fecha: 15/05/2025, Categorías: Confesiones Autor: Kurosko, Fuente: CuentoRelatos

    ... mentirme a mí misma y decirme que aquello había sido una broma inocente, que todavía tenía oportunidad de decir que no e irme. Pero, ¡vamos! ¿A quién quería engañar?
    
    Él se sacó el miembro, dijo que se lo chupara. La última vez que había tenido intimidad había sido con el padre de mi hijo, habían pasado años de eso, pero, como dicen, lo bien aprendido nunca se olvida. Pidió que me desvistiera y me sentara en su regazo, me comió las tetas con hambre, pobrecillo, debió estar aguantándose las ganas todos esos días. Sentí su carne penetrarme y creí que me estaba dando un ataque de pánico, pero pronto caí en cuenta de que casi había tenido un orgasmo tan sólo por habérmela metido. Era todo, era lo que estaba haciendo, con quién lo estaba haciendo, dónde estábamos y, sobre todo, el motivo.
    
    Ser una madre soltera te enajena un poco de tu rol como mujer, dejas de pensar en ti, en tu vida, tus sueños y aspiraciones; todo para enfocarte en el bien de tu hijo. Había olvidado la sensación de una mano adulta sobre mi piel desnuda, el aroma de la intimidad y sobre todo, lo mucho que me gusta tener una verga dura dentro de mí.
    
    Me puso en cuatro, me dijo que me girara para hacerla de misionero y la sacó para venirse sobre mi vientre. Creí que eso sería todo, pero él quería hacer valer su dinero y lo hizo. Se empezó a desvestir y le ayudé con mi boca a mantenerse firme mientras lo hacía. Me recostó y se puso a comerme de nuevo las tetas, parecía un bebé, excepto que éste subió para ...
    ... besarme como todo un hombre. Aquello hizo que de nuevo estuviera a punto de llegar al clímax y no pude evitar usar mi mano para que esta vez no se me escapara.
    
    Apenas estaba recuperándome, todavía estaba temblando cuando volví a sentir su fierro ardiente y creo que aquello me ocasionó un segundo orgasmo, menos intenso pero era como si viera estrellas al cerrar los ojos. Lo hicimos una vez más y él se fue a bañar.
    
    Ese momento a solas, en el que me vi al espejo desde el tocador, toda despeinada, sudada, embarrada en leche de nuevo en el ombligo… pero con una sonrisa nadie iba a poder borrarme. Fue mi turno de limpiarme y al salir, él me acercó el bolso. Los billetes estaban ahí, a la vista de cualquier trabajador del hotel que pudo haber entrado y él me dijo que los guardara bien.
    
    Volvimos a la oficina, había secado mi cabello en el hotel y él se veía igual de arreglado que como salimos. Sólo fue a dejarme y despedirse.
    
    De ahí en adelante, él nos visitó dos veces más (antes de que yo renunciara), mismas en las que se repitieron mis visitas al hotel y fui agarrándole gusto a todo eso. Fui reconsiderando mis opciones, hacía la misma cantidad de dinero en una hora que en todo un mes con todo y bono. Francamente, había poco que pensar en ese sentido, el problema fue encontrar clientes dispuestos a pagar bien.
    
    Un segundo teléfono y un par de anuncios en clasificados fue lo único que hizo falta para comenzar. Con el tiempo, me di cuenta de que había entrado por la puerta ...