Reconvertirnos en otros - Relatos Eróticos

Reconvertirnos en otros

Toñi y yo, tras hacer el amor, nos quedamos adormilados, el polvo no ha sido más que otro polvo, ambos hemos tenido orgasmos pero todo muy mecánico, la experiencia me dice que tocando aquí y allí ella termina corriéndose, los hombres somos más fáciles, a pesar de eso, esta vez, tengo que recurrir a una fantasía para correrme, pienso en su hermana que, aunque no estoy seguro de que le gusten los hombres ya que nunca tiene novio… ni novia, me resulta muy sexi con sus gafas y sus enormes conocimientos de literatura, sencillamente me atrae aunque nunca se me ha ocurrido intentar nada con ella. Una vez la vi desnuda, por cierto que está mejor Toñi, Adela tiene el culo un poco demasiado grande y algo caído y Toñi tiene un culo perfecto, aún así me gustó verla y ese recuerdo me ha ayudado más de una vez.

El caso es que me duermo pensando en que hemos perdido deseo y supongo que eso me lleva a un sueño o ensueño en el que tenemos, tanto Toñi como yo, capacidad de transformar nuestros cuerpos y por tanto cada vez follamos entre nosotros pero con cuerpos diferentes.

Como tengo una falla en mi personalidad que consiste en que no pongo filtro a mis palabras, me despierto de mi ensueño y besando en el hombro desnudo a Toñi le cuento el sueño.

—He tenido un sueño en el que he encontrado la solución a la monotonía. —Es una especie de broma subrealista porque la solución es onírica y totalmente imposible— no tenemos más que cambiar nuestra forma del cuerpo cada vez de manera que ...

... seguimos follando entre nosotros pero nuestros cuerpos cambian.

—Quieres decir que estás cansado de mi cuerpo.

—Tu cuerpo me encanta, pero si cambiásemos sin cambiar sería menos monótono.

—Me parece que dices tonterías.

—Ja ja, a mi también me lo parece, pero ¿no te haría ilusión que cuando te fuese a meter el pene, éste fuese a veces más gordo o más delgado, o más largo... me dirías: “Anda, hoy que pene más chiquito tienes te lo voy a chupar a ver a que sabe esta vez? No me digas que no te gustaría.

—O sea que te gustaría probar otros coños.

—Precisamente es lo que no quiero, amo profundamente a tu coñito y no lo cambiaría por ninguno, hablo de cambiar de forma, como dices tú, son tonterías. —Mientras, aprovechando que estábamos desnudos, puse una mano abarcando su vulva.

—Sí, ¡Que tontería!

—Imagina que esta mano es un pene que está a punto de entrar en tu cuevita ¿que pene, de quien que conozcamos, te imaginarías que te gustaría que entrase aunque sería yo el que lo introdujese?

—Deja de embrollarme y vamos a dormir.

—Seguro que hay alguien por cuyo pene has sentido curiosidad. No pienses nada raro de lo que voy a decir, hoy para correrme he recordado el desnudo de Adela, tu hermana, pero yo no quiero nada con ella, quería correrme dentro de ti y solo contigo pero he recurrido a la imagen de tu hermana.

—No sé si enfadarme, ¿me estás diciendo que te gustaría ligar con Adela?

—Para nada. Me he ayudado de su imagen para correrme contigo. Si ...