Papá cuidará de ti - Relatos Eróticos

Papá cuidará de ti

... tiempo todo se fue estabilizando y conseguimos alcanzar la normalidad en nuestra relación.

Si algo esperaba era que con el paso de los años a Merche se le hubiese olvidado esa locura de que nuestra hija debía convertirse en una estrella, pero, por desgracia, no fue así. Ya desde bien pequeña la obligó a asistir a todo tipo de clases extraescolares con la esperanza de descubrir qué talento oculto la iba a hacer brillar.

La niña probó suerte con la pintura, con todo tipo de instrumentos musicales y con varios deportes, resultando cada intento un fiasco. Eso frustraba a Merche más que a la propia Sheyla y yo me veía en la obligación de protegerla, para que no la hiciera sentir una fracasada. Al principio no le afectaba, aunque con los años se fue dando cuenta de que las exigencias de su madre eran desproporcionadas.

- Nunca voy a estar a la altura de lo que mamá espera.

- No te preocupes por eso, cariño.

- Es que nada se me da bien.

- Eso no es verdad, sacas muy buenas notas.

- Con eso no voy a llegar a ninguna parte.

- Por supuesto que sí, no dejes que ella te influya.

- Nada de lo que me obliga a hacer me gusta.

- ¿Y qué te gusta?

- La moda.

- ¿Quieres que vayamos a comprar ropa?

- Yo no quiero ir a la moda, me gusta ver los estilos de otras chicas.

- ¿Cómo puedo ayudarte con eso?

- Cómprame un móvil.

- Sheyla, ya lo hemos hablado, antes de los doce años no.

- Te prometo que no le voy a dar un uso indebido.

- Si tu ...

... madre se enterara me mataría.

- Pues se lo ocultamos.

- Peque...

- ¡Por favor, papi!

Sabiendo la caña que le daba su madre me resultaba imposible negarle algo, y más cuando me lo pedía de esa manera. No creía que hubiese nada malo en que tuviera un teléfono móvil siempre y cuando lo utilizara únicamente en casa para entretenerse y estar al día de esos asuntos de la moda que decía que tanto le gustaban.

Probablemente cualquier experto diría que en la pareja es mejor no tener secretos, sobre todo relacionados con los hijos, pero preferí hacerle caso a Sheyla y no contarle a mi mujer que le había comprado el móvil a la niña. Me gustaba tener con ella un secreto que nos uniese y que no todas las decisiones las tomara siempre Merche.

El humor de Sheyla poco tardó en cambiar, para sorpresa de mi mujer. La niña cada vez estaba más animada, sobre todo en mi presencia. Yo sabía que era por el teléfono, porque al fin estaba haciendo algo que realmente le gustaba. Algunas noches iba a su habitación y charlábamos un rato antes de que se quedara dormida.

- Veo que estás mucho más contenta.

- Sí, papá, estoy descubriendo un montón de estilos que me encantan.

- ¿Y de verdad te conformas solo con verlos?

- Bueno, es posible que para mi cumple pida algo de esa ropa.

- Cuenta con ello, tesoro.

- Papi, ¿podría abrirme una cuenta en alguna red social?

- Creo que para eso deberías esperar tres o cuatro añitos más.

- Te juro que no voy a hablar con ...