Infiel por mi culpa. Puta por obligación (42)
Fecha: 10/06/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
Epílogo.
—Y entonces Rodrigo, ¿me vas a contar al fin, por qué no querías que nos reuniéramos en este bar?
—Ah, caray, don Camilo, en las que usted me pone. Pues la razón es muy sencilla. En este mismo bar, para solas y solos, un día de agosto, tres años atrás, se reunieron aquí mismo, la que hasta esa época era mi esposa, y su ahora, nueva pareja. Y se suponían que los dos no estaban ni tan solos, ni tan mal acompañados.
—¿En serio? Me lo hubieras contado y cambiaríamos el lugar. La verdad, escuché la publicidad en un programa de radio donde lo recomendaban, y me causó curiosidad. Ya sabes, es que este es, uno de esos locales con espacios y temáticas sociales, donde la soledad particular se reúne para socializar y así, tener la posibilidad de encontrarse con otras personas en iguales condiciones a las mías. Y por lo visto, a las nuestras. Lo siento mucho. Si prefieres, salimos y vamos a otro lugar.
—No hay lío. Está superado. Igual, ya estamos aquí y ciertamente, el ambiente es relajado y la música no está para nada mal. Además, veo, que ya pidió para los dos. ¡Salud por su regreso!
—Salud, amigo mío. ¿Y mi camioneta?
—Pues bien, arquitecto. Por ahí va andando. ¡Jajaja!
—¿Y cómo le terminó de ir? ¿Cómo fue que terminó todo con su señora?
—Hummm, pues refréscame la memoria, Rodrigo. ¿Dónde lo dejamos?
—Cuando se despidieron en el hotel. Si no estoy mal, por ahí íbamos.
—A ver, que te cuento. Pues obviamente, tras cerrar la puerta, me ...
... descompuse. Fue una sensación horrible, ¿sabes? Cada paso que daba hacia las escaleras de madera, suponían un gran esfuerzo para mis pies. Desde uno de los descansos la vi. Estaba en la esquina de aquel balcón, mirándome. Con su brazo derecho en lo alto, se despedía de mí, moviendo su mano. Pero la otra, la mantenía cubriendo su boca. Estaba llorando, al igual que yo.
—Claro, eso debió ser difícil de asimilar, para los dos.
—¡Ni te lo imaginas! ¿Y que más te cuento? Hummm, pues que dejé de mirarla, no soportaba verla así, aunque en realidad yo iba pensando, analizando los pormenores de nuestra conversación.
—Después de haberlo conocido todo y de revivirlo desde allí, aun sin agradarme haber imaginado cómo lo hacía, cómo se entregaba, y escuchándola hablar de todas sus porquerías, –arrepentida y adolorida, obviamente– pero causándome un dolor inconmensurable, sentía que, a pesar de todo, ella continuaba amándome, y yo, por supuesto, también a ella. —Da un gran sorbo a su jarra de cerveza dorada. Me mira por encima del borde grueso con la espuma rebosante, y después de beber, baja el envase para continuar explicándome lo que vivía en su interior.
—Contábamos con una pequeña vida, cinco años de risas y juegos, que nos une y lo seguirá haciendo a largo plazo. Y mi deber, y el suyo, por supuesto, era que, como padres, necesitábamos continuar amándolo, estar ahí para él, velando por su bienestar. Nunca nos libraremos de esa misión que nos encomendó el amor que nos unió. No me ...