Infiel por mi culpa. Puta por obligación (42)
Fecha: 10/06/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... libraré de ella, ni Mariana de mí. ¿Lo comprendes, no es verdad?
—Por supuesto, don Camilo.
—Era claro para mí, que nos sentiríamos vacíos al comienzo, de la misma forma que nos sucedió durante esos siete meses, en los cuales no hicimos tanta falta, pero después… Mmm, eso sería un gran esfuerzo. Mariana sabe que aún la amo, y reconozco que ella, por mí, haría todo lo que estuviera a su alcance por verme feliz. —De nuevo su mano se aferra a la oreja de su jarra, pero no para llevarla a su boca, sino para girarla sobre su eje, con cuidado.
—Era difícil dejarla allí. No sabía hasta cuándo, y en cuáles otros ojos, podría volver a verme reflejado y lograr sentir la paz que, en su par de topacios, yo la hallé. ¿En cuáles otros brazos, Rodrigo, podría ella sentirse protegida? ¡Mierda! Que hijueputa sensación tan rara sentía en el vientre, y esa opresión en el pecho que no me dejaba respirar. Era un largo trecho para regresarme caminando hasta el hostal, y ese solazo que pegaba tan fuerte aquella mañana, me terminó por acalorar y casi ahogar. Un taxi libre era la solución, para refrescarme y salir corriendo de allí.
—¡Chao, mi amor! —Cayeron sobre mí, aquellas tres palabras desde el balcón.
—¡Sabes bien que desearé siempre, que te vaya bien en todo lo que te propongas! —Continúo gritando sin importarle que otros oídos, diferentes a los míos, la escucharan.
—¡En todo, aunque yo ya no esté más en tu vida! Por favor mi vida, haz tú lo mismo por mí, pero con más fuerza, ...
... con todo lo que tengas, porque yo, mi cielo, seré quien de los dos, más lo necesite, ya que estoy dejando partir, al hombre que más amo en este mundo. ¡El amor que tuve a mi lado tantos años! El mejor complemento para mi vida, lo más grande que tuve, y el imposible amor en que, por mis pataletas de niña consentida y las puterías de mujer empoderada, yo lo convertí.
—Te amaré por siempre, Mariana. –Le respondí gritando. Elevando mi voz hacia aquel balcón. – Y sé que permanecerás conmigo, aunque ya no vuelvas a estar junto a mí. Ojalá puedas dejar de sufrir por mí, pues a pesar de todo lo pasado, todos estos días sin ti, estuve en lo profundo de un pozo en el cual no veía cómo salir. Y dolorosamente, con tus revelaciones y ese gran valor que tuviste para venir y enfrentarme, asistiendo con honorabilidad a tu juicio, esas verdades tuyas que apuñalaban mi alma, contribuyeron, sin embargo, a restarle peso a todas mis dudas y así, permitir que me aferrara a la orilla, y sacar del pozo mi cabeza. —Ahora sí, hace una pausa, y tanto él como yo, al nivel de nuestras cervezas, le restamos otros cuantos mililitros.
—¡Sabes algo! –Continué confesándole, allí detenido, observándola desde abajo, sin prestarle atención a la cara asombrada de una muchacha que escoba en mano, barría con bastante calma, el pasillo por donde yo debería marchar. – Has levantado el velo de mi oscuridad, y en vez de causarme más daño, has restaurado mi tranquilidad. No fallé contigo, donde creía que lo había ...