1. ¿Por qué a mí? Capítulo 45


    Fecha: 19/06/2025, Categorías: Gays Autor: Jesus tsukishiro, Fuente: TodoRelatos

    ... bonito, su mano suave y esa mirada con la voz, algo peculiar, pues en mi cabeza se creaba la sensación de que a este muchacho ya lo había visto antes.
    
    Nos soltábamos y nos sonreíamos.
    
    – Bueno, te dejo, voy a ver a mi doctora, un gusto Job, que estés bien. – Me decía él.
    
    – Gracias por la ayuda y los buenos deseos, un gusto también Aníbal. – Le decía a él.
    
    Ambos nos sonreíamos y caminábamos a nuestros destinos; yo en modo pensativo con la extraña sensación de que a ese chico le he visto en alguna parte pero no logró ubicar bien; dos años en coma más el tratamiento contra el cáncer me dejaron con el cerebro revuelto.
    
    Una hora después de ese incidente, mientras estaba en rehabilitación en el área de las barras tratando de caminar ya por fin sin sostenerme, se escuchaba entrar a un nuevo paciente y mi curiosidad hacía que mirará a la puerta y en una silla de ruedas venía Aníbal junto con otro enfermero, los dos al mirarnos nos saludamos y lo vi levantarse diciendo.
    
    – ¡Qué curioso verte por aquí! – Poco a poco se me acercaba con un caminar extraño, cuando de pronto no sé cómo, pero se cayó al suelo.
    
    – ¡Aníbal! – De la impresión de verlo caer, no sé qué fue lo que sucedió conmigo que caminé hacía él presuroso y preocupado.
    
    – ¿Estás bien? – Le cuestionaba en lo que un enfermero y yo lo ayudábamos a levantarse.
    
    – Sí, sí, estoy bien, gracias por preocuparte. – Me miraba dándome una sonrisa.
    
    – Creo que mi caída provocó que vinieras desde allá hasta acá sin ...
    ... necesidad de agarrarte de algo. – Me hablaba señalando las barras al lugar dónde se cayó.
    
    Y aunque no era una gran distancia de veinte metros, sí era una distancia de unos siete u ocho metros del punto dónde estaba yo a dónde Aníbal tropezó.
    
    – Oye, es verdad, logré caminar y agacharme sin problemas. – Le decía admirado por mi progreso.
    
    – Me da gusto por ti Job. – Nuevamente me sonreía.
    
    El enfermero que acompañaba a él le preguntaba. – Aníbal, ¿seguro que estás bien?
    
    – Sí, sí, no pasa nada, debo acostumbrarme a esta pierna, se me olvido que no es la misma con la que venía y pues me dejé llevar por ver a Job. – Aníbal le decía algo adolorido.
    
    – Aníbal si sientes incomodidad, regresemos para que te revisen y reacomoden la prótesis. – El enfermero seriamente dijo.
    
    – No, hombre, no, estoy bien, sólo acércame la silla de ruedas para que me mueva a las barras y comience a practicar. – Aníbal resistiendo sin dejar de mirarme.
    
    – Oye, ¿de verdad te encuentras bien? – Le cuestionaba en lo que el enfermero le acercaba la silla de ruedas.
    
    – Sí, sí Job, en verdad estoy bien, gracias por preocuparte, tranquilo. – Aníbal al ver que la silla estaba tras suyo se sentaba y decía.
    
    – Oye por qué no mejor me llevas tú a las barras y practicamos juntos, que nuestros enfermeros fisioterapeutas nos vigilen si llega a suceder algo. – Aníbal sentado me guiñaba el ojo.
    
    – ¿Seguro? – Preguntaba nervioso.
    
    – Sí, vamos, anda. – Aníbal me animaba.
    
    Su enfermero me dejaba ...