¿Por qué a mí? Capítulo 45 - Relatos Eróticos

¿Por qué a mí? Capítulo 45

... cámara.

– Gracias de verdad chicos, los quiero, me emocioné mucho de verlas ahora sí, prometo echarle muchas más ganas a mi recuperación para salir pronto de aquí y recuperar mi vida. – Hablaba con más ánimo.

– Así será amigo, vuelve a comenzar, nunca es tarde para hacerlo, tienes mucho que vivir, un abrazo grande y besos, los quiero mucho. – Keila se despedía y terminaba la llamada.

– Gracias Flavio por este momento, en verdad. – Me sonreía con él.

– Nada que agradecer, mira que de haber sabido que necesitabas este tipo de entusiasmo hubiese organizado la video-llamada de otra forma a tan sólo días de que despertarás y no así de improviso. – Flavio se sonreía conmigo guardando su celular.

– No sería necesario, agradezco que haya ocurrido esta hermosa coincidencia y pues eso me hace feliz. – Me sonreía más y mi mirada cambiaba.

– Job, tu mirada cambia, quiere decir que esto era lo que necesitabas, me alegra mucho por ti amigo. – Flavio sostenía la mirada y me sonreía.

Me sentía bien de estar con mi amigo, pero también las sensaciones eran diferentes, ¿No creerán que me estoy enamorando de él o sí?, no, no, eso no puede ni podrá pasar, él es mi amigo, se volvió mi mejor amigo por muchas circunstancias así que no. En el momento que estábamos Flavio y yo, sucedía algo que rompía la conexión.

– ¿Interrumpo algo? – Alan Alejandro entraba con una silla de ruedas.

Flavio y yo estábamos a gusto; pero no piensen mal, entre él y yo no puede existir algo ...

... más, ambos somos amigos, nada más; él es heterosexual; aunque Flavio nunca se me hizo indiferente, recuerdo en una ocasión haberle dicho a Jacqueline que Flavio se me hacía atractivo, pero nada más, pues sabía desde antes que Jackie sentía algo de atracción por él a pesar de que como era cuando se juntaba con su grupo de amigos mal encarados.

– ¿Interrumpo algo? – Alan Alejandro con la silla de ruedas, volvía a preguntar insistente.

– No, no interrumpes nada Alan, estaba haciendo mis ejercicios. – Le decía amablemente.

– ¡No!, claro que si interrumpes algo, estaba platicando con mi amigo, debió usted tocar. – Flavio molesto.

– Perdone usted, pero no sé si ya vio que las horas de visita matutinas ya terminaron, además mi paciente debe ir a rehabilitación. – Alan se sonreía manteniendo la mirada seria de Flavio.

– Bien, entonces de ser así, quiero estar presente en la rehabilitación de mi amigo. – Flavio seriamente decía, mirando primero a Alan y después a mí.

– ¡Ay amigo!, me temo que eso no se va a poder, sólo entramos grupos de nueve personas sin ningún acompañante. – Le decía apenado.

– Ya escuchó, será mejor que se retire usted. – Alan se sonreía un tanto en burla.

– ¿Podría salirse de la habitación unos cinco minutos por favor? – Flavio algo incómodo.

– ¿Cinco minutos? – Alan cuestionaba mirándome.

– Anda Alan, no veré más a mi amigo, se va a ir y desde que desperté hace unos días, él y yo nos hemos visto mucho para platicar, mi familia le da ...