1. Amor inesperado de una joven casada


    Fecha: 27/06/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dulceymorboso, Fuente: TodoRelatos

    - Buenos días, dormilonas.
    
    Eduardo entró en la habitación. Al verlo no pude evitar coger con prisa la sábana y tapar mi cuerpo desnudo lo que hizo que me sonriera con esa ternura tan característica en él. Me sonrojé de que me viera desnuda, aunque quizás el verdadero motivo era que me viera de esa manera estando abrazada a su mujer también desnuda.
    
    - Os he preparado el desayuno – dijo.
    
    En sus manos traía una bandeja con dos tazas de café con unos cruasanes y se sentó en el lado donde estaba más cerca Carmen.
    
    - Que hora es? – preguntó Carmen con voz somnolienta ya que se estaba despertando.
    
    - Son las once, dormilonas – se agachó y besó a su mujer en la cabeza.
    
    - Gracias por el desayuno, cariño – dijo mirándolo con dulzura – Que tal has dormido?
    
    - Muy bien. Y vosotras? – nos preguntó mientras miraba el cuerpo desnudo de su mujer.
    
    - Muy bien – le sonrió al responder.
    
    - Y tú, Mónica – me miró – Has dormido bien?
    
    - Muy bien, gracias Eduardo.
    
    Me incorporé para sentarme y mantuve mi cuerpo tapado con la sábana.
    
    - Toma – me ofreció la bandeja – Se va a enfriar el café.
    
    Al coger la bandeja, la sábana se deslizó dejando mis pechos desnudos y mi rubor les hizo sonreír. Verlos relajados me hizo sonreír a mi también.
    
    - Soy una tonta – les dije.
    
    - De tonta nada, cariño – me dijo Carmen – Es normal que estés así. Para nosotros también es algo nuevo esto.
    
    - Voy a bajar a por el pan para la comida. Quieres comer con nosotros? – me ...
    ... preguntó.
    
    - No, gracias – le contesté – Preferiría comer en mi piso sola. Espero que no os moleste.
    
    - Claro que no nos molesta – Carmen se sentó en la cama – Es normal que quieras estar sola, por nosotros no te preocupes, vale?
    
    - Vale.
    
    Antes de salir de la habitación, Eduardo se despidió con un beso en los labios a su mujer y, rodeando la cama, me vino a dar un beso a mi aunque me lo dio en la mejilla. Me hubiera gustado que también me lo diera en los labios pero entendí que con Carmen allí tampoco sería muy normal.
    
    Una vez solas nos miramos con timidez. La habitación estaba totalmente iluminada y hasta ese momento no nos habíamos visto desnudas. Me costaba no sentirme nerviosa y mientras desayunamos, varias veces miré disimuladamente sus pechos. Los tenía grandes y me sorprendía que apenas le caían a pesar de su edad. Sus pezones se veían también grandes a pesar de no tenerlos duros y su color oscuro contrastaba con la piel pálida de sus pechos.
    
    - Tienes unos pechos muy bonitos – me dijo mientras mojaba en el café un trozo de cruasán.
    
    - Gracias – le respondí – Tu también.
    
    - Ya están un poco caídos – me dijo mientras con la palma de la mano levantaba uno y lo dejaba caer – Los tuyos están firmes.
    
    - Soy mucho más joven que tú – le dije – Ya me tocará cuando tenga tu edad.
    
    Para las dos era extraño estar hablando así de nuestros pechos. Nos quedamos calladas unos segundos hasta que me miró para preguntarme.
    
    - Que tal estás? Ya sabes… Después de lo que pasó ...
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