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¿Novios formales? (I)
Fecha: 29/07/2025, Categorías: Hetero Autor: dlacarne, Fuente: CuentoRelatos
... volaban al meterlos y sacarlos. Había amansado a la fiera. La levanté en el aire y, con la misma presteza que delicadeza, le di la vuelta para dejarla tumbada de lado, quedando su imperial culo hacia mí. Saboreé primero su caudaloso coño, levantándome con un rápido baile en el clítoris. Me agarré la polla, estaba dura como acero, la agarré del muslo y entró con tremenda facilidad. Un gemido o, más bien, un grito de Hanna dio testigo de ello y, a cada centímetro que entró en su interior, los decibelios fueron subiendo. Me miró apretando los dientes, enseñándolos como un animal que quiere pelea, y empecé a moverme. Hanna trataba de mantener su gesto, desafiante, pero la cara se le descomponía y no aguantaba la mirada. La baba se le escapaba y caía por el reposabrazos del sillón. Abrí todo lo que me daba la mano para agarrar lo que pudiera del cachete del culo grande y liso que quedaba frente a mí. Al levantarlo, la base del plug quedó expuesta, encendiendo aún más el demonio que tenía dentro. La alcé desde la cadera, girándola noventa grados, quedando ella a cuatro patas. Todo ese culo quedó expuesto para mí, con el plug en el centro, del que no pude quitar ojo ni un segundo, como si me tuviera hechizado. Estiré los cachetes hasta que los labios menores se separaron y volví a la carga. Mi polla entró como una espada ensartando lenta y profundamente. Entre gemidos y lanzadas, Hanna trató de alcanzar su bolso. Nos detuvimos en un segundo, sin liberarla de su ...
... empalamiento, y rebuscó en él. Me pasó una pequeña muestra de lubricante que traía el juego de dildos que compramos a la tarde y me pidió que siguiera. Sin dudarlo, retomé las penetraciones al mismo tiempo que abría el bote y vertía su contenido por su culo. Una vez embadurnada, le quité el plug despacio (no había duda, era el grande) y, con él mismo, arrastré el lubricante hacia el pozo dilatado en el que se había convertido su ano. Un estruendoso gemido fue la reacción al torrente de carne que se adentró en su cuerpo, despacio pero fluido, a través de las ensanchadas y lubricadas paredes de su culo. Un torrente lento, pero incesante. El gemido se apagó y Hanna miró de soslayo. Tenía el maquillaje corrido, la boca llena de babas y los ojos al rojo vivo, a punto de escapar de las órbitas. No dijo nada, pero había en su rostro algo diferente, algo lleno de fuerza que me dominaba aún más que sus caderas cuando bailábamos. Tomé posición, la agarré de la cintura y la penetré con la misma fuerza que la que me dominó su mirada. Nuestros cuerpos se alinearon, hallando una senda senda recta en su interior por la que mi cuerpo se deslizaba una y otra vez, cada vez más rápido, sin oposición, con suma facilidad. Mis músculos, mi mente al completo, Hanna, su voz, nuestra carne. No hallaba diferencia entre ellos y lo demás dejó de existir. Solo nuestro sexo. Incluso respirar se convirtió en secundario para mí, hasta el punto de llegar a sucumbir. Paré en secó y rugí. Volví a ver las fronteras ...