El nuevo maestro del pueblo (8)
Fecha: 31/07/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Alfonso, Fuente: TodoRelatos
... Comenzó a chupar lentamente, como si se deleitará en ello, y mi culo se fue levantando del asiento como si le faltara la gravedad.
- Ufff, que bien lo haces! – exclamé adulando su forma de chupar para estimularla más.
Eso la animó, y comenzó a avanzar con sus carnosos labios por el endurecido tronco. Sus chupadas cada vez eran más potentes y sentí mi capullo atravesar su garganta. Mi culo apenas tocaba ya el asiento sintiendo esas tremendas chupadas. Lo hacía tan bien o mejor que Adel, y pensé que si el cura había sido también su maestro.
Estaba encantado con esa mamada, pero el morbo que circulaba por mi mente me pedía saber más sobre esas fiestas.
- Ufff, Laura, la chupas de maravilla, y si sigues vas a hacer que me corra! – exclamé poniendo entusiasmo para adular su mente.
Dejó de chupar a la vez que se limpiaba la saliva que corría por su barbilla.
- Me gusta hacerlo, y no me importa que te corras en la boca.
- Tienen que estar encantados contigo los tíos que van a esas fiestas. – incidí de nuevo en el tema.
Su sonrisa se hizo más amplia por mi adulación.
- Si que les gusta, pero son un poco mayores.
- Todos los que has conocido son mayores?
- Bueno, realmente no los conozco pues siempre llevamos máscaras, pero menos alguno que debe de ser de mi edad, el resto me parecen mayores.
La conversación iba de maravilla, y no quise forzar. Desabroché un par de botones del vestido y metí la mano para abrazar sus hermosas tetas. Se echó hacia ...
... atrás para dejar espacio entre mi mano y su apretado vestido. En su cara podía ver el orgullo que sentía por su hermoso pecho cuando se abrió el vestido salieron de entre la tela las dos hermosas tetas. Tan solo cubiertas por un pequeño sujetador rojo, donde se abultaban unos gruesos pezones que querían estallar la fina tela de encaje, era una hipnótica visión.
- Supongo que algo tan hermoso como esto también les gustará.
- Les encanta sobármelas y chupármelas, y a mí que lo hagan, jijiji.
Eso fue una invitación clara, y eso hice. Baje ligeramente el sujetador y los gruesos y duros pezones saltaron fuera de la tela. Acerqué la boca y les di varios lengüetazos impregnándolos de saliva. No podía ver su cara, pero sus suspiros de placer lo decían todo. Aquella sensual mujer ardía de deseo como una piedra de carbón incandescente. Sus suspiros se convirtieron en gemidos cuando succioné la endurecida carne de sus pezones. Sentí sus manos apretar mi cabeza contra su pecho con una suave presión.
- Ahhh, si, siiii! Cómemelos, cómemelos! – repitió entre gemidos como el sonido de una muñeca con el disco rayado.
Ante la presión de sus manos mi boca se hundió en la deliciosa carne y succioné con más fuerza.
- Ahhhg, que bien lo haces! Tú sí que lo haces bien. Que calentita me pones, diosss!
Esa frase me hizo pensar. Es que no se lo hacían así?
La fui tumbando sobre el sofá hasta quedarme sobre ella. Había abierto las piernas, pero las bragas tapaban su raja demasiado. ...