1. Olga, el comienzo


    Fecha: 17/08/2025, Categorías: Confesiones Autor: olgatr, Fuente: CuentoRelatos

    Bueno, en agosto de 2002 yo acababa de cumplir treinta años y hacía pocos meses que me había divorciado después de tres años de matrimonio. Como todos nuestros allegados pensaban estaba cantado y nos divorciamos sin estridencias. Aunque ella no llegó a enterarse, los últimos tiempo yo disfrutaba más masturbándome con lencería puesta que teniendo sexo con ella. Lo había descubierto quince meses antes en París.
    
    Acompañé a la entonces mi esposa a un viaje a dicha ciudad en la que ella asistía a un congreso, uno de los días discutimos y a mitad de la tarde nos fuimos cada uno por un lado y en mi caso acabé en una de las calles adyacentes al bulevard Clichy y caminé hasta llegar cerca de la gare du Nord una zona no especialmente recomendable y fruto de la rabieta llegué a un acuerdo con una prostituta. Tenía rasgos orientales y dijo llamarse Kioto y como yo la resultaba guapo no habría problema con el tiempo. Tenía mis dudas, no tenía muy claro si realmente era una mujer pero también me resultaba atractiva y subí las escaleras hasta un ático en un portal cercano a donde la encontré.
    
    Efectivamente era una travestí, bellísima y super femenina pero con una polla similar a la mía. Fue la primera vez que me comí una polla y además disfruté; Kioto elogiaba mi cuerpo. Por entonces yo era un hombre muy guapo y sin apenas vello en el cuerpo, insistió en vestirme con algo de su lencería. No puedo explicar la excitación que sentí al verme en el espejo casi como ella. Volví a comerme su ...
    ... polla y esta vez me preguntó si podía dejarse ir en mi boca. Estaba tan excitado que no dudé ni un segundo y siempre recordaré aquella primera vez. Recuerdo como al sentir los primeros golpes de su esperma golpeando mi paladar no pude evitar correrme con una intensidad que nunca había tenido.
    
    Cuando iba de regreso al hotel vi al menos media docena de llamadas perdidas de mi esposa, eran más de las diez y media de la noche y había experimentado dos orgasmos con una intensidad que nunca había sentido; la primera vez cuando se corrió en mi boca, después y en medio de la batalla y el calentón no dudé en decirla que me la metiera, si, utilicé esa misma expresión.
    
    Lo hizo con tal delicadeza que no sentí la más mínima molestia, una extraña sensación mezcla de querer expulsar aquello que entraba en mi y deseo de que no parase. Muy despacio, sin forzar nada, se fue moviendo acompasadamente hasta que grité que no podía contenerme más y Kioto se vació dentro de mi al tiempo que también yo lo hacia. Puede llevar a risa pero recuerdo que cuando caminaba de regreso al hotel sentía una sensación de vacío.
    
    Mi mujer estaba muy preocupada, yo me sentía culpable de algo y ella deseaba olvidar la discusión. Me abrazó, no sé como volví a empalmarme como un burro y follamos como animales más de una hora. Eran tan recientes mis dos corridas anteriores que me había empalmado contra todo pronóstico y no conseguía correrme, mi mujer decía que era el mejor y más intenso polvo que había echado ...
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