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Mi maestra favorita
Fecha: 18/08/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Cazador_de_MILF, Fuente: CuentoRelatos
... déjeme llevarlo a su casa. Caminamos al estacionamiento y nos subimos a su carro. En el camino, ella me comentó que recordaba con mucho cariño a toda mi clase. Yo respondí confesándole que ella siempre fue mi maestra favorita y que disfrutaba sus clases. Obviamente no le dije la verdad de por qué era ella mi favorita. Ella me volteó a ver con una sonrisa y me agradeció. Cuando estábamos por llegar a mi apartamento, volví a sentir el nerviosismo del “final de la noche”. Quería seguir pasando tiempo con ella, pero ¿cómo? Decidí probar suerte invitándola a una copa de vino. Probablemente me diría que no, pero me acordé de una frase que ella siempre utilizaba en clase: “no hay peor fracaso que no haberlo intentado”. Me lancé por completo a la ofensiva. – Realmente disfruté mucho de su compañía hoy y quiero seguir platicando con usted. ¿Quiere subir a mi apartamento por una copa de vino? – le dije con una voz titubeante. – Creo que… – Estoy seguro de que hubo más de alguna canción que le hizo falta. La podemos escuchar con un buen vino – la interrumpí decididamente. – En eso tiene razón. Está bien, muchas gracias. Entramos a mi apartamento y la llevé a la sala. Abrí el mejor vino que encontré, puse la primera playlist que encontré en mi celular y me senté a su lado. La pasamos de lo mejor y reímos mucho al acordarnos de las diferentes historias de cada “personaje” de la secundaria. Se acabó la primera botella, abrí la segunda y una tercera. Ella no se opuso ...
... en ningún momento. Luego, fui al baño. Al entrar, vi que mi cara delataba lo borracho que estaba. Seguramente ella estaría igual que yo. Me juré a mí mismo que si ella me daba la más mínima señal, me lanzaría como un desesperado a por ella. Cuando regresé a la sala, vi que su chaqueta estaba sobre el sillón y se había quitado los tacones. – Espero que no le moleste – me dijo mientras señalaba los tacones en el suelo. – Para nada. Siéntase cómoda. Inmediatamente me fijé en sus brazos y en esa blusa apretada color negro que hacía que su cuerpo luciera aún mejor. Me invadió una necesidad de cogérmela. Me senté nuevamente a su lado. Sin que fuera obvio, me acerqué cada vez más a ella hasta que nuestras piernas hicieron contacto. En ningún momento ella dijo o hizo algo para evitar ese contacto que cada vez se hacía más obvio. Mientras me contaba que ahora ella trabajaba para una fundación, puse mi mano sobre su rodilla y empecé a acariciarla. Ella se quedó callada y me miró fijamente. Me lancé hacia ella sin pensarlo y nos empezamos a besar de forma apasionada durante algunos minutos. Mientras nuestras lenguas parecían enredarse ella se sentó sobre mí. Hasta ese momento, mis manos habían permanecido sobre mis piernas (no quería que un contacto atrevido echara todo a perder). Pero al verla sobre mí, sabía que tenía permiso para hacer lo que quisiera. Lo primero que agarré fueron sus nalgas. Las apreté con mucha fuerza. Interrumpí nuestro beso para acercarme a su ...