-
Mi maestra favorita
Fecha: 18/08/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Cazador_de_MILF, Fuente: CuentoRelatos
... oído. – No tiene idea lo que he fantaseado con estas nalgas. Me encanta que las tenga tan grandes y redondas – le susurré. – Hoy son todas suyas, aprovéchelas. – Me las voy a comer toditas. Con mis manos empecé a moverla para que sintiera mi erección contra su pelvis. Ella empezó a gemir y a moverse cada vez más rápido. Continuamos besándonos y cada 2-3 segundos ella mordía mis labios detenidamente. Por la forma en la que ella actuaba, se notaba que tenía mucho tiempo sin que alguien la tocase. Eso me excitó muchísimo y le arranqué la blusa como pude. Un brasier color café oscuro con diseños de encaje era lo único entre esas perfectas tetas y yo. Comencé a besarle y lamerle el cuello. Ella continuaba gimiendo y cada vez que podía acercaba sus tetas a mi cara. Su nivel de desesperación era palpable. Desabroché su brasier y lo tiré a donde pude. Frente a mí, sus dos perfectas tetas con areolas grandes y color café. Sus pezones estaban sumamente parados. Agarré esas tetas tan suaves con ambas manos y las acerqué lo más que pude para que se vieran aún más grandes. No me pude controlar y me lancé a chupar todo lo que estaba frente a mí. Mientras lamía y mordía su pezón izquierdo, con mi mano izquierda le apretaba su teta derecha. – ¡Ahhh, que rico! Desde hace mucho tiempo que nadie me hace esto. ¡No pare, por favor! – gritaba Manuella. Luego de unos minutos intercambiando chupetones en sus pezones, la cargué y la puse sobre el sillón. La recosté y comencé a ...
... besar su ombligo. Sentí como con sus dedos me empezaba a sobar la parte posterior de mi cabeza. Mis manos fueron inmediatamente hacia el botón de sus jeans. Ella se dejó llevar y levantó su pelvis para que yo pudiera quitarlos fácilmente. De inmediato me hipnotizó la tanga café oscuro de tela semitransparente que hacía juego con su brasier. Ella abrió completamente sus piernas para que yo pudiera apreciar mejor el panorama; estaba completamente húmeda. Me arrodillé frente a ella y tomé sus tobillos con cada una de mis manos. Empecé a besar su tobillo izquierdo y cada vez avanzaba más hacia su vagina. Al llegar a su ingle izquierda, el olor de Mariella casi me hace eyacular. Puse mi nariz directamente sobre su tanga mojada e inhalé con todas mis fuerzas. Continué mi camino hacia la otra pierna que aún no había besado. Al llegar a su tobillo derecho cambié los besos por lambiscones. Esta vez con mi lengua, retomé el camino por donde venía, mandándole una señal de lo que estaba por venir. Me detuve en su ingle y la lamí sin cesar. Su tanga empapada se hacía cada vez más pequeña y sus labios cada vez más grandes. Miré hacia arriba y Manuella estaba completamente en llamas. Nunca había visto a una mujer tan excitada como esa vez. Sus gemidos eran cada vez más recios; comenzó a pedirme que la penetrara. Me detuve y la miré a la cara. – Pero antes le voy a quitar esa deliciosa tanga y le voy a mamar la pusa como si no hubiera mañana – le dije. – ¡Mmm! Mi esposo jamás me ...