1. Mi maestra favorita


    Fecha: 18/08/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Cazador_de_MILF, Fuente: CuentoRelatos

    ... la uso. Así me recuerda mejor – me dijo.
    
    Esa frase me excitó muchísimo. Ella se volvió a subir a la cama y se puso en cuatro. Con su mano, hizo la tanga para un lado, descubriendo su perfecta vagina. Seguía completamente húmeda. Mi pene parecía que estaba a punto de explotar. Me coloqué detrás de ella, la tomé de la cintura e introduje mi pene en ella.
    
    Estaba amaneciendo y el celaje era maravilloso. Los volcanes parecían un fondo de pantalla o un cuadro hecho por un ser superior. Seguramente fue uno de los celajes del año. Pero nada se compara con lo que vi y sentí en ese momento. ¡Clap! ¡Clap! ¡Clap! sonaban sus nalgas golpeándose contra mí. No podía parar de ver hacia abajo: gotas de sudor recorrían toda su espalda, ese mini triángulo de su tanga sobre su culo, y mi pene entrando y saliendo de ella. Era tan excitante el panorama que no podía parar de observarlo. Me vine dentro de ella y seguía cogiéndomela.
    
    – ¡Ayy, que rico! ¡No pare, no pare! – gemía ella cada vez más fuerte.
    
    – ¡Nunca había estado tan excitado en mi vida! ¡Manuella me va a hacer explotar!
    
    – ¡Lléneme toda!
    
    – ¡No me diga eso por ...
    ... favor, porque me voy a venir de inmediato!
    
    Justo antes de venirme, saqué mi pene y lo puse sobre su culo redondo. Mi pene estaba cubierto de un fluido blanco y cremoso. Acabé en toda la espalda de Manuella al verlo. Ella sólo volteó a verme mientras seguía en cuatro y me sonrió.
    
    – Espero que sea una señal de que está marcando territorio, ya que después de hoy todo esto es suyo – me dijo con una voz traviesa.
    
    Yo estaba exhausto. No recuerdo absolutamente nada más. Al día siguiente, desperté sólo en mi habitación completamente desnudo. No había rastro de Manuella. Pensé que todo había sido un sueño. Salí de la cama y ella no estaba en ninguna parte. Cuando regresé a mi habitación me percaté que sobre mi mesa de noche estaba su tanga café. Seguía empapada y el olor que emanaba de ella hizo que mi pene despertase inmediatamente. A un costado, un pedazo de papel con un número de teléfono y un mensaje que decía “Gracias por la mejor noche de mi vida. Espero que disfrute su souvenir y que piense mucho en mí mientras lo usa”.
    
    Desde entonces, llamo a ese número de teléfono al menos una vez por semana.
    
    Continuará… 
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