La búsqueda
Fecha: 23/03/2024,
Categorías:
Jóvenes
Tus Relatos
Autor: MN-IS, Fuente: RelatosEroticos-Gratis
... correcto en escenarios así—, y luego bajó. Las diferencias de textura lo preocupaban: no sabía qué hacer. El clítoris, erguido al tacto, había escuchado que no es conveniente tocarlo en primer lugar. Los labios mayores tenían una textura normal, semejante a la de su propio sexo: una textura de piel mojada, que se resistía al tacto; pero los menores eran dúctiles y plásticos, y la misma forma en la que sus dedos se dejaban resbalar por ellos le sugería que ése era, al menos, el camino inicial. Moní estaba encantada por dos cosas. En primer lugar, Eduardo compensara amablemente su torpeza con interés y deducción; en segundo lugar, esta torpeza revelaba que Danielle aún no se lo había cogido o que, al menos, se lo había cogido mal. La idea tras sus movimientos estaba bien, pero el ritmo era terrible.
Fiel a la canción que los había dirigido los últimos días, Moní le enseñó a Eduardo cómo le gustaba. Le enseñó a circundar su vagina con el dedo cordial, mientras que el índice y el anular empujaban hacia los lados el resto de su vulva, y la muñeca presionaba ligeramente su clítoris al ritmo que ella misma marcaba con su respiración. Todo esto lo explicó con un cariño auténtico, y Eduardo aprendió bien. Moní se preguntó entonces si, en lugar de sólo cogerse al novio de Danielle, no sería mejor “bajárselo”, es decir, conservar a Eduardo para ella misma y hacerlo su novio. Pero como la masturbación le estaba encantando y en ese momento no quería ideas demasiado complicadas en su ...
... cabeza, decidió dejar la decisión para más tarde.
La idea que significó el final de todo era en realidad bastante razonable: Moní ya había puesto muy al límite la decisión de Eduardo, jaloneándolo entre emociones distintas. La voluntad de las personas es como una cuerda, y puede romperse con consecuencias inpredecibles. Si ella le exigía que cogieran en la casa de él, un no rotundo podría arruinar o al menos retrasar mucho todo su plan. Por eso, decidió llevarlo a su propia casa —o, mejor dicho, a la casa de su padrastro. El problema es que Moní jamás había cogido en esa casa. Sólo había tenido dos parejas, que habían llevado a lugares lindos y seguros, planeados especialmente para encuentros agradables —aunque ambos, malditos, cuando les llegó el momento de irse al extranjero, dejaron de escribirle ni bien se subieron al avión. Así, Moní ni siquiera sabía, antes de esa mañana, si la casa iba a estar vacía. Cuando averiguó que sí, que su madre estaría todo el día en sus “clases de señora rica”, y que su padrastro no llegaría de trabajar hasta pasadas las 10 pm, no pensó en indagar más.
Pero la idea que quería transmitirle “la señora que les ayudaba en la limpieza” (aséptico e hipócrita eufemismo, para lo mal que trataban a la noble señora), es que su padre iba a llegar, definitivamente, para cenar y dormir, a esa hora. No que no fuera a llegar antes, puesto que era normal que su padrastro regresara por archivos importantes a la casa, más o menos a la hora en la que Moní y ...