La búsqueda
Fecha: 23/03/2024,
Categorías:
Jóvenes
Tus Relatos
Autor: MN-IS, Fuente: RelatosEroticos-Gratis
... empavonados bucles / le brillan sobre los pechos»). Con la mano derecha lo invitó a acercarse; con la izquierda, presionó un pecho para que se viera más levantado. Eduardo tuvo que reprimir el orgasmo que estuvo apunto de tener, sólo de verla.
Él estaba cansado, y se frotaba contra ella en círculos, buscando que disfrutara, por lo menos, de la fricción. Ella recompensaba esta linda consideración, y cada tanto cruzaba las piernas detrás de su espalda y era ella quien se lo cogía. Como a ella le excitaba sobre todo las caras extasiadas de él, le respondía mordiéndose el labio o viéndolo con travesura. Así estuvieron un muy buen rato, porque Moní tenía control de la situación, y eso le evitaba aburrirse.
En algún momento, Eduardo se dio cuenta de que estaba viviendo el momento de forma demasiado mecánica y, sin dejar de penetrar lentamente a Moní, se irguió lo suficiente como para verla toda. Era la chica más hermosa que había visto. Sus pezones de bronce describían círculos rapidísimos, a medida que los pechos se lanzaban hacia atrás con cada lenta embestida. Su piel, (pecosa solamente en las mejillas y alrededor de los ojos), era tersa y blanca. Eduardo era profundamente feliz Para Moní, todo se veía distinto. Tenía encima de ella a un buen amigo, que sin siquiera se había desvestido por completo. Ella era su fantasía, y eso la excitaba sobremanera; sobre todo cuando, ni aún en su pequeño ensueño contemplativo, Eduardo había dejado de entrar y salir de ella. De hecho, lo ...
... empezaba a hacer más: la penetraba precisamente por verla hermosa.
Se miraron a los ojos y ambos asintieron. Ninguno de los dos había dicho nada, pero asintieron a lo que ya sabían. Habían llegado a ese extraño punto en el que la ternura no amansa a la excitación, sino que la alimenta. Dieron todas sus fuerzas por veinte segundos más, y acabaron juntos.
Sin embargo, algunos segundos antes de que acabaran, la puerta de la entrada, que miraba directamente a la mesa del comedor, se abrió. El padrastro de Moní había carraspeado con enojo, pero nada más; ya iba a empezar a irse discretamente. Cuando los chicos terminaron y estuvieron en condiciones de sentir que los observaban, Eduardo se quedó paralizado, y Moní tuvo que golpearle el pecho para que se quitara. Como esto fue tan lento, hubo tres o cuatro segundos en que Moní quedó abierta de piernas para su padrastro, casi exactamente como había quedado para Eduardo un rato antes. Su vagina aún no terminaba de cerrarse, y el sudor hacía una especie de rocío sobre sus pechos, proporcionalmente enormes.
Moní nunca fue reprendida. De hecho, nunca se habló del tema en su casa. Pero al pasar de los días, veía cómo su padrastro evitaba verla, o la veía a los ojos con mucha atención. Esto, como ya hemos dicho, le alertaba a Moní de que era deseada, porque si alguien la veía así a los ojos era porque intentaba con toda su fuerza no verle los pechos. Pero eso fue solamente el principio: Moní notaba cómo aquel hombre empezaba a pasar ...