Noche de bodas muy deseada (segunda parte)
Fecha: 01/04/2018,
Categorías:
Hetero
Humorísticos,
Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos
Amaneció el gran día. No sé si a todas las novias les pasará lo mismo, pero yo apenas oía a mi madre sollozando, ni a mis tías dándome ánimos, ni a nadie diciendo tal tópico o tal frase de compromiso… no me enteré apenas del viaje en coche hasta la iglesia, ni presté mucha atención tampoco al vestido o al velo, que todos decían que era precioso y que yo parecía una princesa… yo sólo pensaba en él. En verle por fin, en saber qué cara pondría cuando llegase a la iglesia. Mi día empezó cuando le vi, a lo lejos, frente al altar mayor, vestido con terno negro y corbata, y cara de impaciencia, que se fundió en una gran sonrisa cuando me vio aparecer. Yo no había querido vestirme de tarta, así que llevaba un vestido largo blanco, sin mangas, escotado y liso. La cola del vestido y el velo, así como el ramo, eran casi los únicos adornos que llevaba. Mi madre había dicho que eso era demasiado sencillo para una boda, pero tuve el buen juicio de no escucharla. Los enemigos de la novia a un lado, los enemigos del novio al otro, comenzó la ceremonia, y una vez más, perdí la conexión con lo que me rodeaba, sólo era capaz de mirarle… mi Oli intentaba mirar respetuosamente al sacerdote, pero se le escapaban las miradas hacia mí sin que pudiera evitarlo, sonriéndome… y acabamos mirándonos el uno al otro durante toda la ceremonia, de modo que el cura hubo de repetir la pregunta de rigor, porque estábamos literalmente en nuestro planeta privado… pero finalmente, nos dimos el "sí, quiero", nos ...
... besamos… A partir de ese momento, a mí empezó a estorbarme todo el mundo, hubiera dado lo que fuera por irnos al hotel YA, pero hubimos de cumplir un poco, hacernos foto, ir al banquete y partir la tarta… ah, la tarta… La tarta parecía brillar, blanquísima, y con la textura de la seda. La partimos juntos con una katana, y después echamos un chorrito de leche condensada, cada uno en la porción del otro. Oli probó un trocito y cerró los ojos con pasión, ¡era deliciosa…! Y entonces me miró con ojos desenfocados y se deslizó sobre la silla, pero yo estaba preparada y le recogí en mis brazos. Hora de irse… -Despierta, bello durmiente… abre los ojos, Oli… - Oli dormía plácidamente, recostado ligeramente en el interior de la limusina que nos llevaba al hotel. Sonreía en sueños, sobre todo cuando yo le hablaba. Dulcemente, le besé la cara y le hablé para desperezarle. Con lentitud, abrió los ojos, y le costó un poco enfocar la imagen y hacerse idea de dónde estaba… -¿Dónde… dónde estamos, Irina? -En el coche, camino del hotel… has dormido casi todo el camino, dulce esposo. – bromeé. Oli sonrió y estuvo a punto de estrecharme entre sus brazos, pero entonces cayó en la cuenta. -¿No estábamos… en el banquete? ¿Qué hora es? -Las dos y cuarto. Has dormido casi todo el viaje. -¿Dos y cuarto…? Nos casábamos a las doce… - contó con los dedos – el banquete era a la una… ¿no tendríamos que estar en el banquete aún? ¿No iba a haber un poco de fiesta por la tarde…? Yo… yo dije en el hotel que ...