Noche de bodas muy deseada (segunda parte)
Fecha: 01/04/2018,
Categorías:
Hetero
Humorísticos,
Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos
... voló por las escaleras, por su aspecto, uno podría pensar que es torpe, pero lo cierto es que es bastante ágil y llegó con ventaja sobre mí, que tenía que lidiar con tacones y un traje largo que debía llevar levantado si no quería pisarlo y tropezar. Mi ya marido abrió la puerta, se lanzó a la habitación y lo que vio le dejó literalmente sin habla. La habitación, amplia y cómoda, estaba presidida por una enorme cama de matrimonio… de agua. Tenía su terraza particular, totalmente aislada, desde la cual sería imposible que nadie nos viese, en la que había piscina y jacuzzi, y… -¿Hay un espejo sobre la cama…? – susurró Oli para sí, algo aprensivo. Se volvió y me encontró en el vano de la puerta. – I-Irina… éste… no es el hotel que yo encargué… e-es muy bonito, pero… ¡esto es un picadero! – susurró, casi horrorizado. -Nooooo… – ironicé, mientras cerraba la puerta, sacaba la llave electrónica, y muy despacio, me subí la falda por el costado hasta enseñarle la cinturilla de las bragas, donde sujeté la llave y volví a dejar caer la falda. - ¿Tú crees, cariño….? Empecé a caminar hacia él, y Oli reculó, elevando las manos como escudo. -Irina… estos últimos meses... Has… ¡has sido muy mala conmigo! – protestó con vocecita lastimera, mientras yo me dirigía hacia él quitándome el velo y los estúpidos alfileres que me sujetaban el cabello – Pase lo del beso francés en la biblioteca cuando yo te dije uno cortito, pase lo del brillo de labios… pase lo de… ponerme aposta como una moto, pase ...
... lo de atacarme el cuello y la nuca cuando sabes que soy muy vulnerable ahí, pase lo de las especias, el picante, la canela, y pase lo de medio desnudarte… pero lo de poner somnífero en la tarta para escaparnos y traerme aquí, ha sido demasiado… Yo… apenas he podido probar la tarta, y ahora tengo antojo… ¿t-tú no tienes antojo de tarta…? -Yo tengo antojo de otras cosas, cielito… - dije con una voz tan cargada de deseo que ni yo misma me la reconocí, mientras cabeceaba para soltarme la melena y me bajaba la cremallera del vestido. -P-pero, Irina… tienes… tienes una mirada que me da miedo, ¿lo sabes…? – Oli no dejaba de retroceder, pero la habitación no le ofrecía mucho refugio, una vez llegó a la puerta que separaba el cuarto de la terraza, no le quedó otra más que doblar en ángulo recto, y ahí se iba a quedar sin sitio muy deprisa. - ¿s-sabes que me estás haciendo sentir herido… Que me miras como a un objeto…? Tienes… tienes que quererme también por mi carácter… Mi vestido cayó al suelo, dejándome en corsé blanco, sólo una de mis ligas era de color azul (por aquello de algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul…), y por un momento, Oli me lanzó esa misma mirada que me reprobaba, pero se reprimió enseguida, mientras en sus intentos de huir estaba de rodillas sobre la cama. -¿Tu carácter…? – dije, cariñosa – Pero, Oli, ¡si tu carácter es una de las cosas que más cachonda me pone…! Oli vio que no tenía modo de escapar con la dialéctica, así que de nuevo intentó volverse e ...