El entrenamiento de Cassie - 4
Fecha: 07/09/2025,
Categorías:
No Consentido
Autor: Cory, Fuente: TodoRelatos
... ancla, su única realidad. Él mismo la puso en cuatro, y comenzó el proceso de meterle el enorme dildo de silicona en el culo, esta vez sujeto por un arnés de cuero que dejaba una abertura para que pudiera follarla en el coño libremente. Cuando acabó, le abrochó su nuevo collar, sintiendo el peso de la placa de oro sobre su piel: "la puta de Magnus".
La empujó suavemente para que cayera al suelo y un chasquido agudo de la fusta contra su nalga le indicó que debía empezar a gatear. La llevó así, azotándole el culo para guiarla por donde debía, hasta que salieron del ático y subieron a la limusina.
El viaje fue un universo reducido al tacto. Privada de la vista y el oído, Cassie solo percibía el mundo a través de su piel. Sintió cómo Magnus la alzaba y la sentaba sobre su regazo. No hubo palabras, solo la acción directa de él guiando su polla hacia su entrada vaginal. Mientras comenzaba a follarla, el mundo exterior se desvaneció por completo. El retumbar del motor era una vibración fantasma que sentía a través del cuerpo de él, una resonancia profunda que se mezclaba con el ritmo de sus embestidas.
Sus propios gemidos morían en su garganta sin ser escuchados y una vibración muda que solo ella sentía en su pecho. Estaba completamente aislada, a merced de las sensaciones que él decidía provocarle: la presión de su polla, el calor de su piel, el pellizco ocasional en sus pezones perforados. Era un infierno personal y, extrañamente, el lugar más seguro en el que había ...
... estado nunca.
Al llegar, la bajó del coche y la guio de la misma forma, arrastrándose como una perra sumisa con él sujetando la correa. El cambio de temperatura y los nuevos olores —alcohol, perfume caro y sudor— le indicaron que estaban en el interior del club. La condujo hasta que se detuvieron, y él tomó asiento, obligándola a arrodillarse a su lado.
Estaban en una mesa privada en la zona VIP de su club exclusivo. En el escenario, varias mujeres bailaban completamente desnudas. Y no eran los únicos; otros hombres poderosos observaban el espectáculo con sus propias esclavas, algunos follándoselas allí mismo, en sus mesas.
Magnus no perdió el tiempo. Le quitó el arnés con el dildo del culo y, sin previo aviso, la subió sobre la mesa y la puso en cuatro. Antes de que pudiera procesar el cambio, sintió una presión ardiente y una elongación brutal. Él había metido su polla en su culo de golpe. Un grito desgarrador rasgó su garganta, un sonido que ella no pudo oír pero que sintió vibrar en todo su ser. El dolor era agudo, cegador, pero debajo de él, como una corriente subterránea, ardía una excitación oscura y prohibida. Su cuerpo, ya condicionado, reaccionó al instante. Cassie ahora amaba el dolor tanto como le asustaba.
Aunque no podía escuchar nada a su alrededor, suplicó en voz alta, su voz ronca por el esfuerzo:
—¡Amo, por favor, más duro! ¡Destroza mi culo de perra desobediente!
Una sonrisa de puro orgullo se dibujó en el rostro de Magnus. Esto era lo que ...