El entrenamiento de Cassie - 4
Fecha: 07/09/2025,
Categorías:
No Consentido
Autor: Cory, Fuente: TodoRelatos
... de placer perverso.
Después de la sesión de azotes, Magnus la arrojó de espaldas y hundió su cara entre sus piernas. Le chupó el coño con brutalidad, mordiendo y castigando la carne ya dolida e hinchada. Ella pedía más, su voz un grito ahogado. Estaba fuera de control, perdida en un torbellino de sensaciones.
Viendo su estado, Magnus sonrió a los hombres que los rodeaban.
—Parece que mi perra tiene ganas de más.
Dejó que varios de ellos la tomaran sobre la mesa. La pusieron de forma que su cabeza quedaba suspendida en el aire por un lado y su culo por el otro. El mundo de Cassie se redujo a cuatro puntos de invasión:
Una polla se abrió paso a la fuerza en su boca, empujando hasta el fondo de su garganta, cortándole la respiración. No había sonido, solo la sensación de asfixia, la textura de la piel contra su lengua y el ritmo implacable de las embestidas que hacían que su cabeza se moviera violentamente. Un hombre la abofeteó. El impacto fue una explosión sorda en su mejilla, una vibración que recorrió su cráneo.
—¡Trágatela toda, perra! —gruñó una voz que ella sintió como un retumbar en su pecho.
Al mismo tiempo, otra polla llenaba su coño, estirándola hasta el límite. El roce contra sus piercings era una tortura deliciosa, cada estocada encendía fuegos artificiales de dolor y placer en su centro. Podía sentir el calor y la fricción, una invasión profunda que parecía llegar hasta su alma.
Mientras tanto, otros dos hombres se habían apoderado de sus ...
... pezones. En su mundo silencioso, la sensación era abrumadoramente intensa. Sentía la humedad caliente de sus bocas, el tirón de la succión y luego el mordisco agudo de los dientes. Uno de ellos tiró de la cadena de oro que colgaba de sus piercings, una agonía afilada y desgarradora que le arrancó un sollozo silencioso.
—Magnus, tu perra es una obra de arte —dijo uno de ellos, admirado—. Mira cómo lo aguanta todo.
Magnus, observando desde su silla con una copa en la mano, ordenó con voz fría:
—Muerde más duro. Quiero verla llorar de verdad. ¡Todo el que quiera follar con mi perra, es bienvenido, y una ronda gratis para todos!
El hombre en el pezón obedeció. El dolor se disparó, insoportable, y las lágrimas corrieron por sus sienes, pero de su boca solo salió una súplica sin sonido, moviendo su cuerpo en una petición desesperada por más. Su mente estaba en blanco, un lienzo vacío pintado únicamente con dolor, placer y sumisión. Era un mar de sensaciones sin ancla, flotando a la deriva en la oscuridad.
Cuando terminaron, uno por uno, la dejaron sobre la mesa, temblando y cubierta de fluidos. La sobrecarga fue demasiada. Su conciencia se desvaneció y se desmayó. Magnus, con calma, la dejó descansar unos minutos antes de cargarla. La llevó de vuelta a la limusina y, como era costumbre, se deslizó dentro de su coño, llenándola con su polla sin moverse. Ese era su lugar cada vez que usaban el coche, y eso no iba a cambiar jamás.
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Unos días después, ...