1. El día que me comí los primeros pies ya de adulto


    Fecha: 10/09/2025, Categorías: Fetichismo Autor: Orellanas, Fuente: TodoRelatos

    Este relato debo contarlo. Durante un tiempo, casi 2 años, estuve liado con una mujer 11 años mayor que yo. Por aquel entonces yo tenía 18 y ella 29. Era bajita, muy guapa, buen culo, buenas piernas, y unos pies perfectos que se los cuidaba exageradamente.
    
    Coincidimos de rebote en la piscina porque era la amiga de un compañero de uno de mis primeros trabajitos de mierda en un almacén.
    
    Por aquel entonces yo era un pipiolo con buen cuerpo, pero obviamente con un aura de adolescente del copón. Al ser flaco, y tener un rabo bastante grande, aquello abultaba sobremanera.
    
    Ya entonces me ponía ir con la minga al aire y que alguna chavala se la quedase mirando, y esta vez no iba a ser la excepción.
    
    Estábamos en la piscina de la finca de Raúl los cuatro, Clara, mi amigo Raúl, y Luisa, la chica bajita cuyos pies me tenían hipnotizado desde el primer momento.
    
    Eran perfectos, blanquitos, suaves, con mucho arco, más bien tirando a pequeños, calzaba un 37, y unos dedos bonitos, con las uñas rositas, y ordenados, siendo el pulgar el más largo, los dos siguientes la misma altura, y el resto descendientes.
    
    Con 18 años estás salido cosa mala, y Clara, pese a ser fea, tenía unos melones que era difícil no admirar. Era la novia de Raúl, y envidiaba los festines que debía darse el cabrón.
    
    Era bastante alta, 1,75, caderona y culona. Lo que a día de hoy me la pone dura, pero entonces me parecía demasiada mujer para mí (los gustos cambian).
    
    Sin embargo, Luisa, con su bikini ...
    ... azul, blanquita, bajita, cara redonda preciosa, pecho discreto y culo muy redondo, y pies perfectos, era la que me provocaba hambre.
    
    Con la excusa de que era sábado, nos bajamos unas sangrías la piscina y estuvimos bebiendo "un poco". Enredamos en el agua con las aguadillas, Raúl, que era un bigardo, me lanzaba fuera del agua, y yo me arrimaba a Luisa bastante, que se dejaba hacer, supongo que porque le parecía mono e inofensivo.
    
    Lo que pasa es que, cuanto más jugueteábamos en el agua, y más cerca tenía ese culo, más se me iba hinchando el nardo. Incluso sumergido. Aunque lo que me lo inflamaba del todo era que usaba cualquier excusa para tocarle los pies a Luisa.
    
    Era un novato, y entonces acariciar o tocar unos pies de esa categoría me provocaban una erección instantánea. Era casi magia.
    
    Luisa se tenía que estar dando cuenta, pero a mí me daba igual. La excitación y la sangría me habían hecho más audaz.
    
    + Deja de cogerme de los pies.
    
    - Así tienes que usar las manos, jejeje.
    
    + Mira que te doy una patada en ese jeto de listillo que tienes, ¿eh?
    
    - ¿Con esos piececitos? Si son de broma, son como un frigo pie.
    
    + Jajaja, idiota, sé que son pequeños.
    
    - Sí, muy monos, también, pero pequeños. Si les ponemos un palito aquí debajo, parece un de verdad.
    
    Hice el gesto de sujetar un palo debajo de su talón y me lo metí entero en la boca sin preguntar. La tenía bastante dura por todo el tonteo, y en el momento en que esos deditos entraron en mi boca sentí ...
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