Los dibujos de mi hijo Hugo
Fecha: 11/09/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Jon Dom 50, Fuente: TodoRelatos
... clase?
—Nadie tiene tu forma. Tu piel. Tu luz.
Me ruboricé.
Pero dije que no. Como buen adolescente insistió cada día a cada hora, hasta que obtuvo un sí.
La primera vez, posé con el bikini. Él me miraba con una intensidad que me ponía la piel de gallina. No hablaba. Solo dibujaba, durante horas...
Y yo, en silencio, sentía cómo su mirada me desnudaba más que cualquier mano. Poníamos música de jazz, que me encanta y los minutos se deslizaban por nuestra piel como el lápiz de Hugo sobre la tela.
Hugo estaba en pantalones, sin camiseta, mostrándome su enorme pectoral y su incipiente vello en el pecho. Una gran erección permanente debajo de sus pantalones me llenaba de pensamientos turbadores.
LOS ROCES COTIDIANOS
Pero no fueron solo los dibujos, sino los gestos diarios, esos momentos aparentemente inocentes que él convirtió en morbo puro. Convertimos en morbo puro, debería decir.
Como cuando limpio los armarios de arriba.
—Hugo, cariño, ¿me ayudas?
Él se acerca y me pone las manos en las caderas.
—Tranquila mamá, no te caerás, yo te sujeto. —Y aprovechaba para darme besitos por todo mi cuerpo mientras limpiaba.
El juego es siempre el mismo: sus dedos se hunden en mi piel, su erección crece. Sé que está allí. Sé que quiere que lo sienta. Y no me muevo. No digo nada. Solo dejo que el calor suba desde mi vagina hasta mi cuello.
O cuando me pruebo ropa nueva.
—¿Qué te parece este vestido, Hugo?
—Demasiado largo —dice—. Pruébate el ...
... negro.
Lo hago.
Él me mira.
—Gírate.
Lo hago.
—Ponte los zapatos nuevos.
Lo hago.
—Acércate.
Lo hago. Y entonces… Me ajusta el tirante del hombro. Con el pulgar. Lento. Como si estuviera marcándome.
Y su vestido favorito, con un gran escote en la espalda que llega casi hasta mi culo.
—Este es mi favorito mamá. Muestra toda tu maravillosa espalda. Eres una mujer tan bella.
—Calla, tonto.
Hugo me acaricia la espalda y mi culo cuando me pongo este vestido.
—Eres una diosa griega mamá.
O cuando hablo por teléfono.
Estoy en la cocina, riéndome con mi hermana. De repente, siento sus brazos alrededor de mi cintura.
—Hola, tía —dice, pegando su mejilla a la mía, como si fuera a saludarla a través del auricular.
Me coge y me eleva. Peso poco más de 50 kg. Soy tan ligera para él como una muñeca.
Pero no es por eso. Es para apoyar su polla dura contra mi culo. Para que la sienta. Para que sepa que está allí.
Y yo… sigo hablando, como si nada. Pero mi voz tiembla y mis piernas tiemblan. Y mi vagina… se moja.
Una vez me atreví a pedirle que me dibujase mi culo. Es una zona que no veo y que me gustaría tener en un cuadro.
—Cielo, ¿puedo pedirte una cosa especial?
—Claro mami, lo que tu desees.
—No te rías, ¿vale? —Asintió sonriendo y observándome con su profunda mirada que me hacía marear. — Me gusta mucho mi culo, pero no me lo puedo ver tan bien como tú. ¿Me podrías dibujar, por favor, esa parte de mi? Ahora que todavía lo ...