El Juego del Tío y la Sobrina - Parte 2
Fecha: 17/09/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Daniela Brito, Fuente: TodoRelatos
... facilidad que avergonzó a Eva hasta la médula.
—Qué sucia estás —murmuró, hundiendo dos dedos en ella sin previo aviso—. ¿Te excita ver cómo castigan a las zorras que no obedecen?
Eva gimió, enterrando las uñas en los hombros de Pablo, pero no negó. No podía. Su cuerpo, traicionero, se arqueaba hacia su mano, buscando más, siempre más.
—Arrodíllate —ordenó de pronto, retirando sus dedos bruscamente y empujándola hacia el suelo.
Eva cayó de rodillas con un golpe sordo, las lágrimas asomándose en sus pestañas, pero no por dolor. El piso estaba frío y sucio, pero eso no importaba. Lo que importaba era la mirada de Pablo, esos ojos claros que la perforaban mientras desabrochaba su pantalón y liberaba su erección.
—Chúpamela —dijo, no como una petición, sino como un hecho consumado—. Y hazlo bien, o te subo a ese escenario.
Eva no necesitó más advertencias. Con manos temblorosas, tomó su miembro, notando cómo palpitaba entre sus dedos, y guió la punta hacia sus labios. El primer contacto fue salado, áspero, pero cuando la cabeza rozó su lengua, algo dentro de ella se encendió.
—Así… —susurró Pablo, pasando una mano por su cabello y atrapándolo en un puño—. Más hondo.
Eva obedeció, hundiendo la boca en él, ahogándose levemente cuando golpeó su garganta. A su alrededor, las miradas comenzaron a acumularse. Algunos hombres se detenían a observar, otros murmuraban comentarios entre dientes.
—Buena sumisa tienes —dijo uno, pasando junto a ellos con una ...
... mujer encadenada—. Se ve dedicada.
Pablo solo sonrió, tirando del cabello de Eva para que todos vieran su rostro.
—Es mi mejor alumna —respondió, y nadie notó el doble sentido en sus palabras, nadie adivinó que la chica de labios hinchados y ojos llorosos era su sobrina.
Eva, por su parte, ya no pensaba. Solo actuaba, moviendo la boca arriba y abajo, saboreando el peso de Pablo en su lengua, el sabor a sal y poder que impregnaba cada centímetro de su piel. Cuando él finalmente llegó al clímax, derramándose en su boca con un gruñido bajo, ella tragó sin protestar, sintiendo cómo el líquido caliente le bajaba por la garganta.
—Quédate así —ordenó Pablo, acomodándose de nuevo en la silla mientras ella permanecía de rodillas, el sabor de él aún en su boca—. Y sigue mirando el escenario. Aprende.
Eva asintió, pero sus ojos ya estaban fijos en la mujer que ahora gritaba de placer en el escenario, azotada sin piedad mientras la multitud aplaudía. Y en algún lugar profundo de su mente, una vocecita preguntaba:
"¿Seré yo la próxima?"
El murmullo del galpón pareció desvanecerse en un lejano zumbido cuando las palabras de Pablo atravesaron el aire cargado de sudor y deseo: "Te azotaré en público para demostrar que eres solo mía." Eva sintió que el suelo se movía bajo sus rodillas, pero no fue el miedo lo que le hizo perder el aliento, sino una descarga eléctrica de anticipación que le recorrió la columna vertebral. Sus manos, aún temblorosas por el acto reciente, se ...