1. Los Rincones de Alazne


    Fecha: 19/09/2025, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... lejano y no conoces a nadie es difícil sentirte parte de algo. A mí nunca me han gustado los grupos numerosos de gente cuyos hilos se cortan fácilmente con la punta de los dedos. Prefiero que mis yemas sirvan para generar un mapa mental de los rincones secretos de una mujer. Los rincones de Alazne.
    
    Alazne me gustaba mucho con el pelo suelto, por debajo de los hombros. Pero también adoraba que se lo recogiera en un moño para no impedirme la vista de la bajada de su precioso cuello cuando llevaba camisetas de tirantes. Me fascinaba que a ratos no me hiciera caso si estábamos solos en la taberna y se ponía a buscar canciones en el reproductor de su ordenador portátil. Por momentos creía que lo hacía aposta, pero me producía una paz inmensa verla sentada en aquel taburete, con una sonrisa, acariciando el ratón como sin esfuerzo, tarareando. Apenas con eso me bastaba, pero lo regaba con cerveza mientras el calor me iba invadiendo.
    
    Un día estaba hablando de una forma muy animada con ella mientras mi deseo por adorar unos pies se hacía cada vez más intenso. Sin tomar noción miraba por la puerta cada vez que pasaba una chica en chanclas o sandalias. Hasta Alazne se dio cuenta de que estaba en una burbuja. Al retomar la atención de la conversación me di cuenta de que jamás había visto a Alazne con calzado abierto. Imaginé que en un bar no debe ser agradable realizar según que tareas en sandalias. La compañía de Alazne formaba parte de ese pequeño éxtasis necesario al que todos ...
    ... aspiramos cuando acaba el día. No sólo eran agradables las conversaciones, sino que sabía aplicarme los gestos adecuados. Me acariciaba la mano cuando resoplaba y yo la cogía con fuerza para besarla. La respuesta variaba según el día. O bien secundaba mi gesto, o se ruborizaba. No estaba enamorado, pero en ese instante y con el peso de la mudanza y los nuevos horizontes, sólo me aparecía exprimir su presencia al máximo. Me di cuenta de que ardía en deseos de ver sus pies. Cuando cerraba, muchos días, me quedaba un rato en el bar. Esa noche la invité a cenar.
    
    Aproveché que mi suelo era de madera para pedirle que se quitara los zapatos. Esperaba que no tomara la petición con cierto recelo, pero apenas dudó cuando se sacó de un tirón cada una de las botas. Dejando al descubierto unos calcetines de rayas negras, rojas, azules y amarillas con un pequeño roto en el dedo gordo del pie derecho.
    
    –No sabes lo que me apetecía tirar los zapatos –dijo ella.
    
    –Siéntete como en tu casa –comenté tratando de ocultar mi excitación.
    
    Había soñado tantas semanas con que los díscolos pies de Alazne salieran del cautiverio de aquellas botas que el simple visionado de sus calcetines me provocó como no me hubiera imaginado antes. Por eso casi echo los macarrones fuera del plato. Pensarán que podía haber cocinado algo más sofisticado para mi invitada, pero no quería privarme de ver cómo limpiaba con su lengua los pequeños restos de tomate de sus labios. Porque el fetichismo es solamente eso. ...