Seducida por el verdulero (1)
Fecha: 21/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Alma Carrizo, Fuente: CuentoRelatos
... evitar soltar una risita.
Ella me miró con esa cara suya de “sabés que tengo razón”.
—Además —siguió, inclinándose hacia mí—… no estás tan casada.
La miré en silencio. No supe qué contestarle. Ella bajó la voz, más seria.
—Yo sé que no estás bien con él. Y sé que José te mira… distinto.
Desvié la vista, incómoda. Saqué un durazno de la bolsa. Era grande, perfecto, de un color naranja casi imposible. Lo giré entre mis dedos, sintiendo su piel aterciopelada.
—No voy a meterme en líos otra vez —murmuré, más para convencerme a mí misma que a ella.
—Yo solo digo… que estás viva. Y que es una lástima que nadie te lo recuerde —dijo Ángela, antes de enderezarse con un suspiro—. ¡Ah! Y hablando de recordar… ¡mi cumple es la semana que viene!
—¡No me digas que cumplís treinta! —exclamé, exagerando el tono dramático.
—¡Vieja y acabada, lo sé! —bromeó—. Pero igual quiero fiesta. Va a ser en el club del pueblo. Quiero que vengas… y también tu marido.
—¿Estás segura de quererlo ahí? —pregunté, arqueando una ceja.
—¡Obvio! Sos mi mejor amiga. Y él… bueno, aunque sea para la foto familiar —se encogió de hombros.
Suspiré.
—Voy a intentar convencerlo…
Esa noche, en casa, lo abordé mientras él revisaba su teléfono, recostado en la cama.
—Amor… —empecé, con mi mejor voz suave.
—Hmm —respondió él, sin despegar la mirada de la pantalla.
Me senté a su lado. Acerqué mi mano a su pecho, sobre su camisa. Olía a colonia cara… y a ...
... desinterés.
—Ángela cumple años. Me invitó al pueblo. Quiere que vayamos los dos.
—¿Al pueblo? —preguntó, levantando apenas la vista.
—Sí… Sería solo un fin de semana. Ella es mi amiga.
Él soltó un suspiro breve, casi impaciente.
—Sabés que no me gustan esas cosas. Gente que no conozco, música horrible… y encima ese calor.
—Podría ser divertido… —insistí, rozándole apenas el cuello con mis labios.
—No. Además, ese finde tengo cosas —dijo, apartándose ligeramente.
—¿Qué cosas? —pregunté, conteniendo la amargura que me subía a la garganta.
—Cosas del trabajo, Alma.
—¿Otra vez? —dije, intentando mantener la voz neutra.
Él me lanzó una mirada que no supe descifrar. Ni cariño. Ni deseo. Solo… hastío.
—Mirá, andá vos si querés. Yo no voy. No tengo nada que hacer en ese lugar —cortó, antes de volver al teléfono.
Me quedé en silencio, mirándolo. Era increíble cómo, a menos de medio metro de distancia, podíamos estar en mundos completamente distintos.
Probé una última vez. Deslicé mis dedos por su brazo, buscando su piel.
—¿Querés que me quede esta noche contigo? —susurré, esperando siquiera un atisbo de interés.
—Estoy cansado, Alma —dijo él, con tono casi mecánico.
—Claro… —respondí, sintiendo un nudo en la garganta.
Me giré y me acosté del otro lado, de espaldas. Cerré los ojos, aunque sabía que no iba a poder dormir.
En la penumbra, me invadió la misma pregunta que me asaltaba cada noche: ¿en qué momento se había muerto lo nuestro?
Y, sin ...