1. Seducida por el verdulero (1)


    Fecha: 21/09/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Alma Carrizo, Fuente: CuentoRelatos

    ... quererlo, me encontré pensando en José. En su manera de mirarme como si viera algo bajo mi ropa, en esas manos grandes y rudas…
    
    Me sentí sucia. Me sentí viva. Y me sentí más sola que nunca.
    
    A la mañana siguiente, mi marido me despertó con un beso suave en el hombro. Me sobresalté, no porque no estuviera acostumbrada a que me besara, sino porque hacía semanas —tal vez meses— que no lo hacía.
    
    —Alma… —murmuró, acariciándome el brazo—. Perdón por anoche.
    
    Me giré para mirarlo. Tenía ojeras, pero también una expresión casi vulnerable que hacía tiempo no le veía.
    
    —No quiero ir al cumpleaños de Ángela —dijo enseguida, antes de que yo pudiera abrir la boca—. Sé que te molesta, pero no me siento cómodo en esos lugares. Y estoy muy cansado.
    
    Lo observé un segundo, tratando de encontrar en su mirada algo que me convenciera de que seguía siendo el hombre del que me había enamorado.
    
    —Está bien —dije finalmente, en un susurro.
    
    Sonrió, como si se sacara un peso de encima. Me besó la frente y se levantó para ducharse. Lo escuché tararear mientras se metía en el baño, y me sentí ridículamente sola en la cama enorme.
    
    Iba a ir sola.
    
    La semana se presentó larga y calurosa. La fiesta de Ángela era el sábado y domingo siguiente, y ella no paraba de bombardearme con mensajes.
    
    —¡El sábado es solo de chicas! —me explicó por enésima vez, mientras me mostraba en su celular la lista de invitadas—. Vamos a ser seis nada más: vos, yo, Mariana, Caro, Luchi y Marta. Música, ...
    ... tragos y confesiones. Nada de hombres.
    
    —Miedo me da eso de “confesiones” —dije, rodando los ojos.
    
    —¡Ay, no seas amarga! —rio—. El domingo es la cena familiar y la fiesta grande. Pero el sábado quiero que estemos nosotras solas.
    
    Mientras tanto, José parecía haberse propuesto hacerse visible en mi vida. O, mejor dicho, meterse en ella.
    
    Apareció el martes en la oficina, cargado de bolsas de duraznos , aunque no había ningún pedido formal.
    
    —Estos están blanditos… —me dijo José, empujándome la caja de duraznos hacia mí—. Como la boca de una mujer que hace rato no besan bien.
    
    —José… ¡Basta! —le espeté, aunque un calor me subió por el cuello.
    
    —¿Me va a decir que su marido la tiene contenta? —insistió, bajando la voz, casi ronco.
    
    Abrí la boca para contestar, pero no salió nada. Me limité a fruncir el ceño.
    
    —No se preocupe —dijo él—. A veces hace falta probar otras frutas. Para saber lo que se está perdiendo.
    
    Me giré para irme, pero escuché a Ángela soltar una risita detrás mío.
    
    —Estás colorada como un tomate, Alma —se burló ella.
    
    —¡Andá a trabajar, Ángela! —retruqué, intentando que no se notara que temblaba un poco.
    
    El miércoles apareció de nuevo..
    
    —¡Hola, señora Alma!
    
    —José… —dije, exasperada—. No me digas señora.
    
    —Perdón. Alma… —repitió él, muy despacio, inclinándose hasta que casi pude sentir su respiración contra mi cuello.
    
    No pude evitar estremecerme.
    
    —¿Le puedo preguntar algo? —susurró.
    
    —Depende.
    
    —¿Hace cuánto no se ...
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