1. Umbral III – El Cuerpo Vacío


    Fecha: 25/09/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos

    ... hagas, vas a mirarme.
    
    Bruno la sujetó con ambas manos por las caderas. Salió lentamente de su cuerpo. Ella gimió sin sonido, sin permiso aún. Luego, con una orden muda de su mano, le indicó que se girara.
    
    Sofía obedeció.
    
    Se tumbó de espaldas sobre la alfombra, con las piernas abiertas, los muslos brillando, el sexo tenso de tanto contenerse. Bruno se colocó de rodillas entre ellas, la mirada fija en la suya.
    
    —No cierres los ojos. —No los cerraré.
    
    Colocó la mano sobre su centro.
    
    La tocó.
    
    Lento.
    
    Exacto.
    
    Sofía gimió, por fin.
    
    Pero no se soltó.
    
    Aún no.
    
    —Dime qué eres.
    
    —Suya. Suya. Suya.
    
    Bruno sonrió. Un gesto mínimo, cruel y tierno a la vez.
    
    —Ahora, Sofía.
    
    Ella se arqueó al instante.
    
    El orgasmo la atravesó como una descarga total. La espalda se levantó del suelo. El grito —bajo, contenido— se estrelló en su garganta. Los ojos seguían abiertos. Fijos en los de él. No temblaba. No se deshacía.
    
    Se ofrecía.
    
    Bruno no se movió.
    
    Siguió acariciándola hasta que los espasmos se calmaron. Hasta que el cuerpo cayó rendido sobre la alfombra. Hasta que ya no quedó nada… salvo pertenencia.
    
    Entonces le retiró la mano.
    
    Se inclinó.
    
    Y con voz baja, rota de certeza, dijo:
    
    —Así se corre quien no se pertenece.
    
    Sofía no contestó.
    
    Pero su cuerpo entero dijo gracias.
    
    El salón aún olía a cuerpo, a deseo contenido, a clímax sostenido.
    
    Sofía permanecía tumbada sobre la alfombra, con las piernas abiertas, el pecho ...
    ... agitado, la piel sudada y los ojos todavía fijos en el techo. No había lágrimas. No había palabras. Solo el temblor dulce de quien ya no necesita confirmación.
    
    Bruno se levantó sin hablar.
    
    Desapareció por el pasillo durante unos segundos. Sofía no se movió. Sabía que la quietud, incluso después del uso, era también una forma de obediencia.
    
    Cuando él regresó, llevaba algo entre las manos.
    
    Una caja negra.
    
    Pequeña.
    
    Sólida.
    
    Se arrodilló junto a ella. La observó un instante. Luego dijo:
    
    —Te has corrido con los ojos abiertos. Pausa. —Con la voluntad entregada. Pausa. —Con el cuerpo disponible no para ser tocado… sino para ser mío.
    
    Sofía asintió con la mirada. No podía hablar. No quería romper ese silencio sagrado.
    
    Bruno abrió la caja.
    
    Dentro, un anillo.
    
    No era de compromiso.
    
    Ni decorativo.
    
    Era una alianza simple, de cuero negro trenzado, con una sola palabra grabada en el interior, apenas visible:
    
    Arqueta.
    
    —Esto no es un símbolo para otros —dijo él—. Es un sello para ti. Pausa. —Cuando lo lleves, no olvidarás que ya no estás en entrenamiento. Pausa. —Estás en uso.
    
    Sofía tragó saliva. Se incorporó hasta quedar de rodillas.
    
    Bruno tomó su mano izquierda. Retiró con cuidado la cinta negra que aún llevaba desde días atrás. Luego deslizó el anillo sobre el dedo anular derecho. No donde se pone una promesa. Donde se lleva una función.
    
    —No puedes quitarlo —añadió—. Ni para duchar. Ni para dormir. Ni para verte al espejo.
    
    Ella bajó la ...
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