Umbral III – El Cuerpo Vacío
Fecha: 25/09/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos
... cabeza.
—¿Y si alguien pregunta?
Bruno sonrió.
—Di la verdad: “Es una señal de a quién pertenezco… cuando no me ves”.
Sofía no contestó.
Pero al mirar su mano, su dedo, su reflejo en la ventana, entendió que algo había cambiado.
El cuerpo ya había sido ofrecido.
La voz, cedida.
Y ahora…
La identidad estaba marcada.
El anillo era ligero.
Apenas un roce sobre el dedo anular derecho.
Y sin embargo, Sofía no podía dejar de sentirlo.
Se había despertado con él. Dormido con él. Se duchó con el cuero trenzado apretando la piel. Y cuando se vistió para salir, por primera vez en semanas no se colocó ninguna otra joya.
No le hacían falta.
Bajo la ropa: sujetador sencillo, braguita lisa, nada más. El colgante —Arcos— seguía bajo la blusa. Invisible. Presente. Pero era el anillo el que pesaba más.
Porque estaba a la vista.
En el autobús, su pulgar jugaba con él sin pensarlo. En clase, lo sentía rozar el cuaderno cuando escribía. En la cafetería, la camarera lo miró al servir el café.
—¿Es nuevo? —preguntó.
Sofía lo miró.
Y respondió con calma:
—Es para recordarme algo importante.
—¿Qué?
—Que hay cosas que ya no me pertenecen.
La camarera sonrió, confundida, y se fue.
Pero Sofía no sonrió.
Porque no era metáfora.
A las 13:22, recibió un mensaje.
Bruno.
«Hoy, el anillo es tu voz. No responderás con palabras si alguien te pide algo que no deseas. Solo mirarás el anillo. Y si obedezco mi voz… tú obedeces ...
... la tuya.»
Sofía tragó saliva.
Era simple.
Y brutal.
Durante toda la tarde, esa consigna la acompañó. Un profesor le pidió que opinara en una discusión. Ella dudó. Luego miró su anillo.
El profesor cambió de turno.
Una compañera insistió en hacerle preguntas personales. Sofía desvió la mirada, hacia el cuero trenzado.
No necesitó justificarse.
El anillo habló por ella.
A las 19:05, de regreso a casa, se sentó en un banco del parque. El cielo estaba gris. La ciudad rugía en calma. Sofía estiró las manos sobre sus rodillas. Miró el anillo.
Y se dijo:
“Estoy marcada. Estoy sellada. Estoy silenciada… por elección.”
Su móvil vibró.
Un solo mensaje:
«Muy bien, Arqueta. Mañana, hablarás solo si te lo pido. Y descubrirás lo que se escucha… cuando por fin se calla.»
El mensaje era claro:
«Hoy no hablarás. Tu voz descansa. Yo escucho a través de tu silencio.»
Sofía lo leyó en la cama, aún desnuda, con la luz del amanecer tiñendo la habitación de gris cálido. No respondió. No dijo nada. Solo se levantó.
Se vistió con ropa neutra. Cómoda. Sujetador sin aros. Braguita de algodón. Camisa beige, pantalón de lino. Nada llamativo. Nada que gritara. Todo callado.
El anillo seguía en su dedo anular.
Y esa era toda su voz.
Salió a la calle.
Las primeras horas fueron sencillas. Nadie preguntó nada. Sonrisas. Asentimientos. Pequeños gestos con la cabeza bastaban. En el conservatorio, una profesora le ofreció un café. Sofía extendió la ...