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Umbral III – El Cuerpo Vacío
Fecha: 25/09/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos
... texto. Una sola imagen. El conjunto negro. Fotografiado sobre una superficie de madera clara. Doblado. Intacto. Y en la esquina de la foto, visible sobre la tela… Una nota manuscrita: “Aún no.” El día siguiente transcurrió sin órdenes. Ni un mensaje. Ni una palabra. Solo una vibración muda de ausencia. Sofía fue a clase. Comió algo. Mantuvo las formas. Pero cada paso la llevaba más hacia dentro. Cada vez que bajaba la mirada y veía la cinta negra aún atada a su muñeca izquierda, recordaba: “Aún no”. No porque no lo mereciera. Porque todavía no era el momento. A las 19:00 recibió la instrucción. Bruno: «Esta noche. 22:30. Sola. En tu habitación. Luz tenue. Desnuda. La prenda negra a los pies. El colgante al cuello. De rodillas. Silencio.» Sofía no respondió. A las 22:29 ya estaba en posición. La alfombra bajo sus rodillas. La espalda recta. El conjunto negro —el mismo que había elegido para entregarse— perfectamente doblado en el suelo, delante de ella. Como una ofrenda aún no aceptada. La habitación estaba en penumbra. Solo una lámpara encendida en el rincón. El aire olía a calma. Y a espera. El móvil vibró una vez más. Bruno: «Ahora vas a permanecer así durante diez minutos. Sin moverte. Sin mirar el reloj. Cuando terminen, escribirás en una hoja en blanco, a mano, la frase siguiente: ‘No necesito que me uses para pertenecer. Basta con que me quieras como tuya’. La firmarás solo con la palabra que aún llevas ...
... entre los muslos.» Sofía tragó saliva. No dijo nada. Solo cerró los ojos. Contó su respiración. Una, dos, tres. El cuerpo firme. Las manos sobre los muslos. El deseo, contenido pero latente. No sexual. Más hondo. Una necesidad de ser útil. Visible. Valorada. No por lo que da… sino por lo que es capaz de ofrecer sin recibir. Cuando creyó que el tiempo había pasado, se incorporó. Despacio. Se acercó al escritorio. Tomó una hoja. Un bolígrafo. Escribió. No necesito que me uses para pertenecer. Basta con que me quieras como tuya. Firmó. Sometida. Dobró el papel. Tomó una foto. La envió. Bruno respondió al minuto. «Esa es la verdadera obediencia. Mañana, te pondrás esa prenda. Pero no para mí. Para ti. Porque ahora sabes que el poder no está en el uso… sino en el ofrecimiento.» El conjunto negro le temblaba en las manos. Sofía lo sostuvo unos segundos antes de ponérselo. El encaje leve. Las anillas metálicas. El sujetador de tul sin estructura. Nada que cubriera. Todo diseñado para exponer. Se lo puso sin música. Sin prisa. De pie, frente al espejo. Primero las braguitas. Luego el sujetador. El colgante —Arcos— al cuello. El conjunto completo marcaba su cuerpo con precisión: no era protección. Era ofrenda. Se vistió encima con un pantalón alto de lino y una camisa blanca, amplia. Todo neutro. Nadie podría sospechar que bajo esa tela se escondía la sumisión. La mañana transcurrió en calma. Clases. Café. Un paseo. En la ...