Umbral III – El Cuerpo Vacío
Fecha: 25/09/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos
... espalda baja con el dorso de la mano. Un solo contacto, seco, sin caricia. La piel reaccionó como si la hubieran marcado con fuego.
—¿Sabes qué haré contigo esta noche?
—No, señor.
—Nada.
La frase cayó como un golpe.
—No te voy a poseer. No te voy a azotar. No te voy a dar ni un solo orgasmo.
Silencio.
—Esta noche… solo dormirás a mis pies.
Sofía tragó saliva.
—Y eso —añadió— será tu uso. Tu lugar. Tu propósito.
Bruno se incorporó. Caminó hacia el salón. Ella lo siguió en silencio, gateando, como sabía que debía hacer.
Cuando llegaron, él se sentó en el sofá. Se quitó los zapatos. Se recostó sin mirarla. Y señaló el suelo.
—Ahí.
Sofía se tumbó al pie del sofá, de lado, con el rostro orientado hacia sus piernas. El cuerpo aún tenso, pero el alma… calmada.
Bruno apagó la lámpara.
Oscuridad.
—Si durante la noche te despiertas, no te muevas. Pausa. —Recuerda: incluso en la quietud, sigues siendo usada.
Sofía no contestó.
Solo cerró los ojos.
Y comprendió, por fin, que la obediencia ya no vivía en las órdenes.
Vivía en el cuerpo callado.
En la espera.
En la paz profunda de saberse donde debía.
La luz entraba tímida por la ventana del salón.
Sofía abrió los ojos antes de que él se moviera.
Seguía tumbada a sus pies, exactamente como él le había ordenado. El cuerpo, aún desnudo, se había acostumbrado al suelo. Pero no al silencio.
Bruno respiraba tranquilo en el sofá.
Ella no sabía si él había ...
... dormido.
Solo sabía que estaba ahí.
A las 06:31, sin hablar, él estiró una pierna y le rozó el hombro con el pie. No como empuje. Como señal.
Sofía se incorporó de rodillas, en silencio, la mirada baja.
Bruno se sentó lentamente. Su camisa aún abotonada. El rostro sereno. Pero los ojos… diferentes.
—Colócate como anoche —dijo, sin levantar la voz.
Ella obedeció.
De nuevo, en posición de ofrenda.
El suelo frío. Las manos extendidas. Las caderas elevadas. El sexo… ya latiendo.
Bruno se levantó del sofá.
Se colocó detrás.
Sin más palabras, le apoyó una mano firme en la parte baja de la espalda. La otra… descendió lentamente, rozando con dos dedos la curva de su glúteo, el borde de su cadera, y luego —finalmente— el centro de su entrega.
Sofía no se movió.
Solo jadeó.
—¿Sabes por qué hoy sí?
—No, señor.
—Porque esta vez… no me obedeciste para que te usara. Pausa. —Sino porque sabías que ya eras mía, incluso si no lo hacía.
Los dedos descendieron, firmes, seguros. No buscando placer. Buscando rendición.
Ella lo dio todo.
El cuerpo se arqueó. La boca se abrió sin voz. El sexo se humedeció al instante, como si la piel supiera antes que la mente.
Bruno no se apresuró.
No lo necesitaba.
Su uso era total.
Y Sofía, por primera vez desde el inicio de todo, no deseaba terminar.
Deseaba… pertenecer.
El mundo se había reducido a una respiración.
La suya.
Y la de él, justo detrás.
Bruno seguía arrodillado tras ella, ...