Umbral III – El Cuerpo Vacío
Fecha: 25/09/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: GRQ, Fuente: TodoRelatos
... donde antes se había escrito SOMETIDA.
Segunda entrega.
Por la noche, en casa, escribió por tercera vez.
Me pertenezco menos que ayer.
Y esta vez… no la escondió en su cuerpo.
La colocó dentro de su almohada.
Donde su cabeza descansaría.
Porque incluso al dormir…
Seguiría repitiéndolo en silencio.
No para convencer a nadie.
Sino porque era verdad.
Eran las 22:17.
Sofía estaba en el salón, sentada sobre el suelo, la espalda contra la pared, el cuerpo cubierto solo por una camiseta vieja y ropa interior. No había recibido respuesta de Bruno. Ni un mensaje. Ni un “Bien hecho”. Solo el eco de sus propias palabras repetidas a lo largo del día:
Me pertenezco menos que ayer.
Y era cierto.
Porque ya no le importaba si él la observaba o no.
Porque ya no necesitaba saber si la probaba.
Solo obedecía.
Y eso la quemaba dulce por dentro.
Cuando el timbre sonó, no lo esperó.
Pero lo supo.
Se levantó sin preguntar.
Abrió la puerta.
Bruno.
De pie.
Vestido de oscuro.
Los ojos, tranquilos.
Ni una sonrisa.
—Desnúdate —dijo sin entrar.
Ella obedeció en el umbral. La camiseta cayó. La braguita, también. Desnuda. A la vista. En la entrada. El pasillo vacío. El frío contra la piel.
Bruno dio un paso adelante.
Entró.
Cerró.
—De rodillas.
Sofía se arrodilló sobre el suelo del recibidor. No temblaba.
Porque esperaba.
Porque ya no tenía preguntas.
Bruno caminó alrededor de ella. Lento. Sin ...
... tocar. Hasta detenerse a su espalda.
—¿Dónde están los papeles?
—Uno en mi sujetador, al despertar. Otro en la cadera, a mediodía. El último, en mi almohada.
—¿Qué decían?
—“Me pertenezco menos que ayer.”
Bruno se agachó. Le rozó la nuca con los labios. Luego susurró:
—A partir de ahora… no te pertenecerás en absoluto.
Sofía cerró los ojos.
—Ponte en posición de ofrenda.
Ella se inclinó hacia delante. Brazos extendidos. Frente al suelo. Caderas en alto. Desnuda. Silenciosa.
Bruno no la tocó.
—Hoy voy a usarte sin avisar. Pausa. —Sin hablar. Pausa. —Y no me pedirás nada.
Sofía no respondió.
Porque ya no hacía falta.
Porque ya no era cuerpo.
Era acceso.
Era recipiente.
Era suya.
Bruno no habló.
Estaba detrás de ella, en silencio.
Sofía seguía en posición de ofrenda, los brazos extendidos hacia delante, la frente apoyada sobre el suelo del recibidor. Su respiración era lenta, consciente. El cuerpo desnudo, entregado, sabía que estaba siendo observado. Medido.
No por deseo.
Por pertenencia.
Bruno caminó a su alrededor. Un solo paso. Luego otro. No había prisa. Cada vuelta era una cuerda invisible que apretaba el aire a su alrededor.
Y entonces, lo escuchó agacharse.
Sintió su presencia a un palmo de su espalda. No la tocó. Pero su voz llegó baja, exacta.
—Has escrito “me pertenezco menos que ayer”. Pausa. —Entonces, hoy… no necesitas placer. Solo certeza.
Sofía cerró los ojos.
Bruno le rozó la ...