Romina, camino a la perversión 01 (Corregido) - Relatos Eróticos

Romina, camino a la perversión 01 (Corregido)

... deliciosos, que se prolongaban, que se repetían docenas de veces y me terminaban relajando hasta hacerme dormir feliz, en ensoñaciones oscuras y deliciosas.

Por la mañana todo volvía a lo habitual, a la rutina. El mundo que me rodeaba era el de siempre, aburrido, cotidiano, normal. Papa ya no estaba y Sofía, que insistía en alcanzarme en su auto hasta el instituto, me ayudaba a prepararme. Por lo que decían siempre con mi papá, ella trabajaba muy cerca de donde yo estudiaba y por eso me llevaba, considerando que también sus horarios coincidían con los míos. Así, cuando yo salía ella pasaba a recogerme para traerme a casa. Cosa que agradecía por varios motivos, me ahorraba de transporte público o de largas caminatas y me permitía contemplarla. No sabía dónde trabajaba, ni de qué, pero era intimidante verla, tan elegante, tan bien arreglada, tan deliciosamente bella con su cabello castaño suelto y sus pechos que nunca dejaba de admirar, grandes y firmes empujando con fuerza los botones de su impecable camisa blanca. Su falda elegante que aun dejaba adivinar sus largas piernas bien formadas, era alta, casi tanto como papá, creo que 1,75. Su culo se notaba marcado por su falda y parecía llamarte para hundirte en él, por la espalda parecía una modelo de trajes de baño de 21 años, no una mujer de negocios de 34. En los últimos días, yo la miraba más, intentaba disimular pero la devoraba con los ojos. Sabía que yo no era lesbiana, pero saber que follaba todas las noches a pocos ...

... metros de mi habitación y de una manera tan excitante me ponía cachonda. Imaginaba como sería su cuerpo entregado a un hombre, a un macho sudado, salvaje, como se vería ella chupando una polla, una polla enorme y dura, desnuda con sus enormes y perfectas tetas, atragantada con una polla jugosa, cruzada de venas, una polla que la ahogaba con chorros y chorros de leche, una polla… la polla deliciosa de mi papá…

Entonces un día me pasó algo terrible, había estado comiendo muy mal y mi estómago se había resentido. A media mañana el malestar se hacía insoportable. Me dejaron llamar a Sofía y vino a buscarme para ir a casa. El viaje en auto fue un tormento, yo me retorcia y hacia fuerza conteniendome para no hacerme encima mientras Sofía no paraba de intentar consolarme y preocuparse. Luego ya en casa, apenas entrar, ocurrió el desastre, no pude aguantar y mis braguitas algo infantiles se llenaron de una gran cantidad de mierda, ahí mismo, en la puerta, junto a Sofía, me cagué como una niña, una bebé. Sentí morir de vergüenza mientras notaba como el olor inundaba todo y la mierda pastosa se escurría por mis piernas, quise salir corriendo pero no pude, me puse a llorar, en medio de una profunda humillación, pero Sofía, con piedad cariñosa (creí en ese momento) me abrazó. Por primera vez sentí una verdadera relación fraternal, me condujo hasta el baño con palabras de consuelo, besando mis mejillas, besos y mas besos, caricias, besos que si yo no hubiera estado tan perturbada habria ...