Deseo oculto 5
Fecha: 10/10/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: EROTIKA, Fuente: TodoRelatos
... guiándome. Cada paso era una incertidumbre, el suave roce de la moqueta bajo mis pies, el eco de mis propios pasos que me indicaba lo vasto y vacío que estaba el lugar. El olor a papel viejo y a barniz de madera se mezclaba con la persistente colonia de Pablo. Él me guio hasta una silla, y me sentó con delicadeza, la tela fría bajo mis muslos desnudos.
La espera se extendió, el silencio de la biblioteca casi opresivo, roto solo por el latido frenético de mi propio corazón. Podía escuchar la respiración de Pablo muy cerca, su presencia era un fuego latente a mi lado, pero él permanecía inmóvil. La tensión era casi insoportable, cada segundo una eternidad de anticipación. De repente, sentí un roce frío en mi cuello. Un gemido se escapó de mis labios al reconocer el tacto metálico: el collar. Pablo lo abrochó con un clic suave, y el peso familiar de la cadena pendiendo de él me envolvió.
Un tirón firme en la cadena me indicó la dirección. Pablo me guio, mis pasos inciertos en la oscuridad, hasta lo que me pareció el final de la biblioteca, un rincón oculto tras una de las grandes estanterías repletas de libros. Y entonces lo sentí: un olor diferente, una colonia de hombre, más intensa que la de Pablo, pero extrañamente familiar. Mi vello se erizó.
Luego, unas manos que no eran las suyas se deslizaron sobre mis hombros. Sentí el suave movimiento de la gabardina al ser desabrochada y abierta, una brisa fresca en mi piel que confirmaba mi exposición. Luego la deslizó por ...
... mis hombros quitándomela. Podía sentir una mirada fija en mí, intensa, devorándome.
— ¡Uhm, qué perra más hermosa! — una voz grave y ronca susurró cerca de mi oído. Mi cuerpo se tensó. Reconocí ese tono, ese acento. EraToni.
— ¿A que sí? Mi perra es muy hermosa y por la siguiente media hora puede ser tuya — le aclaró Pablo, su voz cargada de una posesión que me hizo arder.
— ¿Y puedo follarla como a una perra, en cuatro? — La pregunta de Toni, llena de una excitación apenas contenida, me heló y encendió al mismo tiempo.
— Claro, toma. Sentí el leve tintineo de la cadena al ser entregada. No fue Pablo quien dio la siguiente orden, sino Toni, con una voz que vibraba de anticipación: — En cuatro, perra.
El corazón me golpeaba en el pecho con una fuerza desbocada. La orden de Toni resonó en la oscuridad de la venda, y mi cuerpo, a pesar del miedo, empezó a obedecer casi por instinto. Me puse a cuatro patas sobre la fría moqueta de la biblioteca, sintiendo el aire fresco contra mis nalgas y la parte trasera de mis muslos, ahora completamente expuestas. La vulnerabilidad de mi posición se amplificó con la ausencia de la gabardina.
Sentí el suave tirón de la cadena, una guía invisible que me movió ligeramente hacia adelante. Luego, una mano se posó firmemente en una de mis nalgas, la apretó con posesividad, y la otra se deslizó entre mis muslos, abriéndome. Podía oler sus excitaciones, una mezcla intensa de sus colonias y un aroma más crudo de deseo masculino.
— ...