-
Parejas de Conveniencia
Fecha: 13/10/2025, Categorías: Incesto Autor: fuego de Hefesto, Fuente: TodoRelatos
... podría alimentar mis fantasías para masturbarme, llegada la noche. Cuando Hans me vio llegar a su casa con mi vestimenta, me miro de arriba abajo, notando la cara de asombro y de cierta lujuria en su rostro, mientras contemplaba la minifalda que lleva puesta. Me había colocado la misma con esa clara intención, y me estaba empezando a dar morbo mostrarme atractiva ante mi joven cuñado. Me regocijaba contemplar que había surtido efecto, especialmente al ver su mirada mientras me contoneaba ante él. – Vaya Katia. ¡Pedazo de mujer estás hecha! – me dijo el asombrado. – ¡Que!.. ¿te parece muy atrevido? Si crees que es muy atrevido subo y me cambio. – Que va. Estas preciosas. De veras…me encanta – Ja, ja, ja. Seguro que si tu hermano me ve con esta minifalda, me regañaría. Una vez me la puse y fue tanto lo que se enfadó que tuve que quitármela. Es la primera vez que la estreno. – Pues, te queda como un guante. ¡Preciosa! – ¿No crees que es un poco corta? ¿Quizás muy atrevida? – Que más te da. Tienes derecho también a disfrutar de la vida. Tienes cuerpo para poder usarla. De veras pareces universitaria, nadie apostaría por tus treinta y pocos… – Pero… de esto ni una palabra a tu hermano y, menos a tu madre, porque me crucifican. – le dije sonriendo. – No te preocupes. Soy una tumba cuñada. Todo lo que pase en estos días se queda entre nosotros, así que puedes hacer todo lo que el estrecho de mi hermano no te deja. En más de una ocasión cuando ...
... íbamos en el coche, noté su mirada hacia mis muslos, ya que la minifalda se me subía más de la cuenta, amenazando a la primera de cambio con mostrar mis braguitas. Al llegar al estacionamiento del restaurante donde habíamos quedado, una vez detenido el vehículo, mi cuñado galantemente se acercó por el lado del acompañante para abrirme la puerta y ayudarme a apearme del coche. Sin embargo, observé que esa acción tan caballerosa, tenía una doble intención, cual era verificar mis muslos en el momento de apearme. Y fue obvio, ya que al sacar la pierna fuera del coche permitió fugazmente al mismo tener una fugaz vista de mis braguitas rosadas. Me sonreía para mis adentros, y no le di más importancia. Entramos al salón a comer. Dentro del salón comedor, me di cuenta de las miradas que me echaban algunos comensales. – ¡Uy! Hans. Has visto como nos miran. Creo que me he pasado un poco con esta minifalda… me da la sensación de ser una buscona. – ja, ja, ja. Es que estas para comerte cuñada. Sé que más de uno de esos señores se cambiaría por mí para ocupar mi lugar. Pero se van a quedar con el gusto. – Bueno. Menos mal que escogiste este restaurante. Aquí parece que nadie nos conoce de momento, solo espero que ahora se coma bien… – No te pongas tan nerviosa. Disfruta. Ellos piensan que somos una pareja. Y era así, pero no dejaba de ser un juego peligroso. Si llegaba a oídos de mi esposo, seguro que se escandalizaría, yo yendo de cena con estas pintas de escort. Luego, me ...