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Parejas de Conveniencia
Fecha: 13/10/2025, Categorías: Incesto Autor: fuego de Hefesto, Fuente: TodoRelatos
... se encontraban y se estrujaban, se separaban recorriendo aventureras las oquedades de la boca y nuevamente se buscaban para fundirse entrelazadas en un beso interminable, bueno, quizás no tan interminable, porque el clic del ascensor nos anunciaba que el viaje había terminado. Dicen que un momento puede valer toda una vida, créanme, para mi ese escaso minuto dentro del ascensor con mi madre me recompensó sobradamente de las mil y una carencias de mi infancia, me sentía pagado, me sentía hechizado… me sentía en una nube. Pensaba que las mil y una pajas que me hice en su honor me las hubiera podido ahorrar si hubiera sido sincero con ella o viceversa… desde los 15 años hubiéramos estado follado y muchos de los malo rollos que me ha ocurrido en la vida, no los hubiera pasado. Y por sentirme, me sentía empalmado al salir del ascensor. Traía una erección de cuidado. Mi madre se dio cuenta y se colocó delante de mí para tratar de disimular lo indisimulable y empezó mi calvario. Presentaciones, saludos, abrazos. Joder ¿ustedes han experimentado en carnes propias lo difícil que es abrazar a un desconocido empalmado?, ¿O acaso han experimentado lo embarazoso que resulta abrazar a una distinguida dama de la mejor sociedad sin poder evitar restregarle su embaladísima polla entre sus muslos?, pues eso, que así, en esa penosa situación discurrió el acto de presentación de las familias de los contrayentes. Los novios eran el foco de atención, yo una pieza codiciada de la reunión, ...
... pero desde luego la estrella indiscutible era mi madre. Me sentía como “El Graduado y la Señora Robinsón”, todos querían saludarme y proponerme un negocio fabuloso, pero mi madre era un derroche de glamour, me miraba, se me insinuaba, se reía, se hacía la despistada, pero no dejaba de seducirme, sabía que iba así de elegante por mí, para mí y solo para el recreo de mis ojos. Nos sentamos a la cena y mi madre me quedaba muy lejos. Yo en una mesa entre pollitas ñoñas y señoritos andaluces, de mucha fachada y pocos cimientos, mi madre entre respetabilísimos prohombres de la sociedad y enjoyadas damas que saben, pero que callan. Y la velada dio para poco más, de modo que después de horas de charlas entre unos y entre otros, mi madre me vino al rescate y me propuso irnos a la cama porque según decía – Mañana será un día largo – Mañana no sé, pero esta noche sí que me parecía a mí que iba a ser larga. Cuando entré con Berta, mi madre, en el ascensor de regreso a la habitación 619 llevaba una calentura de cuidado. Me obsesionaba desde que salí de la habitación el hecho de que mi madre no llevase bragas, de modo que comprenderán mi torpeza y falta de tacto al meterle directamente mano a su entrepierna. La encontré receptiva, ligeramente mojada, y razonablemente caliente, pero Berta se mantenía serena y seductora. Se dejó meter mano, se dejó sobar el culo, la vulva y la raja de su coño, se dejó sobar las tetas, pero mantuvo la distancia, justo, justo hasta entrar en la habitación y ...