-
Grasillas 2: Algo huele raro
Fecha: 21/10/2025, Categorías: Gays Autor: chaser, Fuente: TodoRelatos
Cuando Juan salió a trabajar fue sin el mismo entusiasmo que el primer día, lo sucedido tanto en el trabajo como en su casa lo había molestado. Él sabía que no era gay y mucho menos se sentía atraído por hombres gordos, aduciendo sus repentinas calenturas al ambiente que se respiraba en la empresa. Al llegar a la recepción Javier salió de nuevo a saludarlo, empezando a preguntarle cosas sobre su primer día. —¿Y qué tal con el Señor Antonio? Dicen que es un Jefe muy bueno. —Si, si, me invitó a comer. —¿En serio? Como mola, la comida de los Jefes son impresionantes. —Si, sin duda, oye, me tengo que ir a trabajar, pero si quieres luego hablamos. Antes de darle tiempo a decir nada más Juan fue hasta el ascensor, había visto por el rabillo del ojo como el Señor Luis entraba por la puerta y no quería, ni tenía ganas de estar cerca de él. Una vez dentro del ascensor esperó con la mirada gacha a que las puertas se cerrasen, cuando estas lo hicieron levantó la vista, solo para ver a Javier entre los brazos del Señor Luis, besándolo con pasión, antes de que las puertas se cerrasen del todo. Al principio se quedó helado, pero luego un escalofrío lo recorrió al tiempo que su pene se movía, excitado. Agitó la cabeza y se centró, recordando que no era buena idea hacer ese tipo de cosas en el trabajo. Una vez en su sitio se quedó mirando la puerta de su jefe, dudando sobre si saludarle o no, decidiendo que lo mejor sería ponerse a trabajar directamente. Durante un ...
... buen rato estuvo trabajando hasta que la vibración volvió a sonar por el lugar, embotando sus sentidos y, tras unos flashes del ordenador, induciendole a un estado de trance. Del ordenador salió una voz sugerente al tiempo que unas fotos de hombres obesos desnudos aparecían en su ordenador. Cuando ya llevaba más de media hora con la vista fijada en la pantalla su Jefe salió del despacho totalmente desnudo. Su piel oscura parecía resaltar cada pliego de grasa de su cuerpo, sus tetas, envueltas en dos enormes aureolas, caían sobre un gran barriga que se desplomaba sobre sus piernas, ocultando sus muslos. Al verlo, la mirada de Juan se despegó del ordenador para fijarse en él mientras el ordenador le susurraba. —Nunca viste a alguien así, grande, fuerte, confiable, alguien que transmita poder y al mismo tiempo lujuria. Su cara, su barriga, todo su cuerpo te atrae de una forma imposible, no sabes porque pero necesitas verlo, te excita y lo necesitas. Sientes tu pene poniéndose duro cuando ves a alguien así, los demás cuerpos no importan, solo los necesitas a ellos, disfrutas de su cuerpo, su presencia, su olor, todo en ellos es precioso y excitante. La voz siguió unos segundos más y cuando paró el Señor Antonio volvió a su despacho, dejando a Juan despertando lentamente del trance en el que se encontraba. El joven se insultó a sí mismo al ver el tiempo que había perdido quedándose en babia, volviendo a trabajar con diligencia, deseoso de que aquel hombre que era su Jefe ...