Grasillas 2: Algo huele raro - Relatos Eróticos

Grasillas 2: Algo huele raro

... y dando la espalda a la puerta, embistiendo sin piedad a Javier quien no podía ni gemir pues el Señor Antonio había metido sus dedos en la boca del recepcionista como si fuese las riendas de un caballo. Cada embestida hacía que su oscuro cuerpo se moviera sin control, su piel estaba iluminada por su sudor y de vez en cuando soltaba gruñidos guturales seguidos de fuertes embestidas que clavaban toda su polla en el interior de Javier.

La visión, lejos de asquearle, le excitó de sobremanera, su pene se puso duro inmediatamente y no pudo evitar tocarlo, demasiado excitado como para preocuparse de nada más. Siguieron así un rato hasta que su Jefe decidió cambiar de postura, en ese momento Juan se asustó y decidió apartarse de la puerta, dándose cuenta de lo que estaba haciendo.

Aún faltaba para terminar su jornada, pero no estaba pensando en eso cuando recogió sus cosas y salió corriendo de allí. Casi corría por las calles, y mientras lo hacía sus ojos se desviaban solos hacía cada hombre gordo con el que se cruzaba. Algunos lo miraban extrañados, otros asqueados y un par le sonrieron, haciendo que se sonrojara y aumentase la velocidad.

Al llegar a casa respiró hondo, tranquilo al saber que ya estaba en lugar seguro, olvidando que tenía compañero de piso. Un ruido en el salón atrajo su atención, entró, todavía algo aturdido y se encontró a Marcos tirado en el sofá, con una película porno gay puesta en la televisión. Él estaba tirado cuan grande era, con una mano ...

... masajeando sus enormes tetas y con la otra haciéndose una paja. Su polla era mucho más grande de lo que Juan hubiera imaginado para alguien de su peso y su mano subía y bajaba acompañado del ruido producido por el lubricante que se había echado. Debió hacer algún ruido porque Marcos giró la cabeza hacía él y sonrió.

—Está bastante bien ¿No crees? Fijate como se la mete el muy cabrón —El obeso golpeó el sofa, invitandole a sentarse con él—Hazte una paja conmigo, parece que la necesitas.

—Yo…Creo que me voy a duchar.

Sin decir más Juan se fue a paso rápido al baño donde se desnudó en un abrir y cerrar de ojos, revelando una erección tan grande como pocas había tenido en la vida. Lo que hace poco hubiera sido algo impensable ahora era una necesidad, necesitaba masturbarse pensando en hombres obesos. Llevó su mano a su pene y un placer electrizante lo recorrió, iniciando un vaivén frenético que no hacía sino aumentar. La imagen de Marcos apareció en su mente y lo imitó llevándose la mano a los pezones donde los pellizcó, el placer que le produjo fue tal que se corrió, produciendo grandes chorros de semen que se esparcieron por el baño.

Satisfecho, sonrió e intentó apartar la imagen de su compañero desnudo de su mente, pero no pudo. Con cada segundo que pasaba era capaz de recordarlo con más nitidez, su cuerpo, las ondas que se formaban por toda su barriga cuando su mano bajaba, su pene apareciendo y desapareciendo, sus grandes pechos siendo masajeados. Su pene volvió a ...