1. Mi cuñada, mi mujer y un morboso placer


    Fecha: 22/10/2025, Categorías: Incesto Autor: MORADO SUBIDO, Fuente: CuentoRelatos

    Esa noche rondaba algo raro en el ambiente, fue cuando llegó mi cuñada Sandra desde Buenos Aires a pasar unas vacaciones con nosotros en Lima, donde yo estaba por cuestiones de trabajo como Ceo de varias empresas y muy vinculado al cuerpo diplomático; mi mujer Carina que le había caído muy bien a cierto funcionario de una delegación diplomática, comenzó a desempeñarse como asistente de embajada. Pero aquella noche cuando llegó Sandra luego de regresar a nuestro Dpto. en Miraflores frente al mar sobre el Malecón Cisneros, mi mujer me pidió que fuera a hacerle unas últimas compras para su viaje, también de negocios con en ese funcionario de embajada, al que llamaremos Darío.
    
    Carina, mientras yo tomaba las llaves del auto, le indicó a su hermana que me acompañara para recorrer brevemente los alrededores del bello Miraflores, así fue. Sandra bajó conmigo por el ascensor con aquella cierta tensión que ya habíamos experimentado en varias oportunidades en Buenos Aires y en algunos viajes que compartimos en un par de cruceros. Cuando subimos al auto rompí en silencio diciéndole que estaba más hermosa que nunca, aunque su carita de cansada por el viaje no dejaba de mostrar ese nerviosismo frente a la tentación que sentíamos, ella me miró me sonrió mientras llevaba su dedo índice a sus labios, nos sonreímos y yo arranqué hacia la noche.
    
    Cuando volvimos al departamento mi mujer ya estaba lista para que, volviendo al aeropuerto ella viajara con Darío en una embajada hacia ...
    ... Panamá. No llegué a escuchar que murmuraron las hermanas cuando Carina dejó algo en el cajón de su mesa de luz, en el momento que se distrajeron curioseando descubrí que eran pastillas anticonceptivas, las que había escondido debajo de un libro. Me sorprendí, pero no dije nada.
    
    Llevamos a mi mujer al aeropuerto, estaba sensualmente vestida con un escote que dejaba ver la catarata de pecas que caen entre sus tetas doradas por el sol y erguidas a sus cincuenta; con su espalda descubierta mostraba que no llevaba soutien; me calenté de enojo o me excité cuando apareció Darío, quien tomándola por la cintura la saludo con un murmullo al oído, Carina me miró, me sonrió y una mirada cómplice con su hermana se confundieron con la mía. No entendía nada, pero sentí que esa noche yo iba a ser un cornudo.
    
    Volvíamos a Miraflores en silencio con Sandra, mi BMW era una caja de silencios que pedía a gritos que cruzáramos la línea hacia la infidelidad, la que mi mujer seguramente estaba conjugando en ese avión que pasó sobre nosotros. Pero resistí la tentación, aunque Sandra acomodando su pronunciado escote buscó la provocación a mis instintos. Mi pija ya había marcado el bulto cuando vi que sus pezones eran el relieve en su blusa, estábamos conjugando una silenciosa pasión, ¡Sin duda!
    
    Llegamos y como pude me zambullí en la ducha, no pasaron cinco minutos cuando con los ojos cerrados bajo la lluvia y todo enjabonado sentí que Sandra me espiaba desde la puerta entreabierta del baño, como ...
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