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Mi cuñada, mi mujer y un morboso placer
Fecha: 22/10/2025, Categorías: Incesto Autor: MORADO SUBIDO, Fuente: CuentoRelatos
... mí. —Estoy acabando, soy toda tuya. —y me volvió a besar. Cuando desperté por la mañana, mi cuñada traía puesto el camisolín azul eléctrico de mi mujer, el que apenas cubría su hermosa desnudez, me servía el desayuno,—yo no podía creerlo—, me miró a los ojos, me volví a enamorar de Sandra. —Te amo Richard, ¡No puedo esconderlo más! —¿Y ahora qué haremos? Le pregunté mientras descubriendo las sábanas le mostré otra vez mi calentura. —Te pienso compartir con mi hermana, vamos a ser tres en esta hermosa locura, que deseo, ya está decidido. Comenzó otra vez con sus besos suaves sobre mi pubis cuando se comió mi pija lustrada y tiesa pajeándome en su deseo, mientras acomodándose en un perfecto sesenta y nueve sobre mí, el placer del sexo oral volvió la tentación en morbo. Sentí que mi pija era una roca y viendo que mi glande era una bomba a punto de explotar se montó sobre mí y me cabalgó toda aquella mañana, no sé cuántas veces acabé en su vientre, ni cuantos orgasmos gritó ella rasguñándome la espalda que me dejaba marcada… —Cada rasguño es para que mi hermana vea que fuiste mío en estos días. — Yo la besé mordiéndoles los labios —ya hinchados de tanta lujuria— para que mi mujer viera que su hermanita había sangrado sobre mí y abrazándola sobre su cintura la clavé sobre los últimos orgasmos que gritó como deseando que Carina los oyera. Esa semana pasó ligeramente, pero nosotros gozándonos, como si fuéramos una pareja de novios, de amantes libres, mi cuñada ...
... Sandra no dejó de dormir desnuda y erótica en mi cuarto, compartiendo la cama matrimonial, durmiéndonos confundidos, entrelazando nuestras piernas, nuestros abrazos y los conjugados aromas de tanta libido entregada. Dejando en cada noche de aquellas nuestros húmedos orgasmos manchados sobre las sábanas, mientras que Sandra tomaba aquellos anticonceptivos que Carina le había escondido en su mesa de luz, por ello dejaba correr mi leche en su vientre cada vez. Ello revelaba el juego cómplice de dos hermanas, que se decidieron a compartir mi semen, en el mismo morboso deseo de compartirme desde esas noches. Cuando fuimos al aeropuerto varios días después a buscar a mi mujer y a su «supuesto amante» claramente me sorprendí cuando sin que nos vieran ellos vi que Carina se colgó del cuello de Darío, besándose en la boca a mordiscones y chupones, percibí también —mientras nos acercábamos con Sandra— que mi mujer le acariciaba el bulto a su amante y él le acariciaba su pecosa espalda dorada por el sol del Caribe. Sandra me miró cómplice, la miré, me dio un piquito en los labios cuando me mostró en su celular unas fotos de mi mujer desnuda en alguna playa del Caribe, con sus senos rosados y con los pezones en los labios de Darío, —y aún más y como si fuera poco—, un video cogiendo en un cuarto de hotel con el que ahora la despedía a besos delante de mí. Mi cuñada me dijo al oído —todo está hecho— Mi mujer claramente también me había metido los cuernos, pero nos sonrió y nos ...