1. A mano cambiada


    Fecha: 23/10/2025, Categorías: Bisexuales Autor: Felix69, Fuente: SexoSinTabues30

    ... de su marido se volteó, quedando cara a cara gritó “¡Aquí también hay un burro!”.
    
    –Sí, un burro que gusta de su yegua nalgona –contestó Mario besando a su esposa, quien comenzó a cabalgar ruidosamente al golpear con sus nalgas las piernas, el pubis y los huevos de mi amante.
    
    Miguel y yo, quienes habíamos volteado a verlos desde que Mario bufó y Laura gimió cuando su esposo le enterró la verga, disfrutábamos de la escena tan cachonda. Mientras trataba de asignarle a alguno de los dos machos la etiqueta del pene más grande, sentí en mi interior el crecimiento del de mi marido. Al parecer, ver el suceso obligó al sistema circulatorio a bombear más sangre al tejido esponjoso de mi marido, pero tuve que abandonar mis pensamientos comparativos para dejarme llevar por el frenesí con el que mi esposo me taladraba. Sí, los acabábamos de ordeñar para preparar el café con crema, pero seguramente con lo que nos estaban soltando se habrían llenado las tazas.
    
    En ese momento vi la oportunidad de que mi marido le mamara la verga a mi amante y lo jalé, llevándolo a gatas y casi a rastras, porque aún estaba en el nirvana que da el coito satisfecho, a donde estaban nuestros amantes culminando la inyección de semen. Le hice señas a Laura de que se levantara y, apenas lo hizo, me fui con la lengua a limpiarle los huevos a Mario.
    
    –¡Ayúdame, tú en el palo! –le dije a Miguel, quien automáticamente se puso a mamar.
    
    Laura empujó a su marido a la alfombra y yo le ayudé jalándolo de un ...
    ... brazo. Mario quedó en una posición que tenía enfrente el pene de mi marido y nosotros seguimos chupándole. Mi amante tenía los ojos en blanco de tanto placer y Laura aprovechó para decirle al oído, “limpiémoslo nosotros” y también, de manera automática abrió la boca para que Laura le pusiera el caramelo recubierto de lefa.
    
    Los dejamos en pleno 69 y nosotras, muy calientes al ver ese espectáculo, aprovechamos para degustar panocha muy usada haciendo nuestro particular 69. ¡Habíamos cumplido uno de los dos objetivos propuestos! Los maridos siguieron mamando verga y huevos, pero el combustible éramos nosotras con las mamadas en las panochas y los gemidos que lanzábamos durante nuestra revolcada, sus ojos estaban en el serpenteo de nuestras lenguas y la manera en que abríamos y cerrábamos las piernas alrededor de la cabeza de la otra. Ellos veían y mamaban extasiados.
    
    Al término de nuestros orgasmos quedamos exhaustas, acostadas y despatarradas, respirando aceleradamente con un sube y baja del esternón (con las tetas bailando notoriamente) y de la panza.
    
    Ellos, más descansados, quizá no tanto de la boca y de las manos por mamar tanto la verga del otro, se arrastraron hacia nosotras para besarnos el cuerpo, los labios recorrían sin selectividad, desde la cabeza hasta los pies, ¡lo que saliera y fuera de quien fuera! Cada uno tomó a su mujer y lentamente nos llevaron a la cama. Los cuatro dormimos extenuados, cuando aún eran las ocho de la noche…
    
    Escuché los trinos de las ...
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